No extraña que en el dinámico ritmo que impone la crisis cada vez más argentinos pasen a engrosar los sectores de menos recursos. De hecho, pareciera que la nueva normalidad es despertar con escandalosos índices de pobreza e inflación.
No es casual, es el resultado de años de mala praxis política acentuados hoy por medidas extraordinariamente empobrecedoras.
El ajuste y el shock, eso de lo que se hablaba antes de la elección presidencial, es esto que se advierte hoy y lo que queda por venir. De hecho, es cada vez más fuerte la certeza de una nueva devaluación el próximo mes.
Pero no por todo lo que es evidente dejan de ser indigeribles las cifras. Hablar de una pobreza superior al 50% con una indigencia que roza el 15% es brutal hasta para el más pragmático.
Contar pobres de a millones es vergonzoso y debe interpelar a toda la dirigencia.