En medio de la creciente preocupación por la seguridad en Rosario (Santa Fe), sus habitantes enfrentan un clima de incertidumbre que ha transformado radicalmente su rutina diaria. En 2023, se cometieron 258 asesinatos, el 70% de ellos vinculado a la industria del narcotráfico y el sicariato, según datos oficiales, en medio de atentados contra escuelas y extorsiones armadas.
Hoy, la tensión empeora con una ola de crímenes y balaceras con cuatro muertos la semana pasada, entre ellos el colectivero Marcos Daiola y el playero de estación de servicio Bruno Bussanich, ejecutado en su lugar de trabajo en la zona oeste. En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, Ricardo, un trabajador de la salud, compartió su experiencia sobre cómo vive la comunidad azotada por la violencia.
“Siempre pasaron estos tipos de hechos, pero esta última semana fueron bastante seguidos”, compartió Ricardo. “El cambio ha sido evidente, y la sensación de incertidumbre es palpable entre los ciudadanos”.
Ricardo, residente de Rosario, describió cómo su trabajo lo coloca en la línea de fuego, atendiendo a heridos de bala y víctimas de la violencia. “Trabajamos tranquilos, pero siempre está la situación de amenazas”, expresó y agregó que “últimamente, hemos tenido que tomar más precauciones al regresar a casa después de nuestras guardias”.
La situación ha afectado profundamente a la vida cotidiana de los rosarinos, quienes han optado por restringir sus actividades nocturnas. “La ciudad quedó apagada”, lamentó Ricardo. “No hay esa actividad que solíamos tener. Es como si la vida nocturna se hubiera esfumado”.
Ante esta crisis, los anuncios de refuerzo de seguridad a nivel nacional han despertado cierta esperanza entre los ciudadanos. “Espero que esto signifique algún cambio futuro”, expresó el trabajador quien además recordó que “en el pasado cómo la presencia de fuerzas de seguridad adicionales trajo algo de calma a la ciudad”.
Sin embargo, el temor persiste entre los habitantes, quienes han optado por medidas de precaución adicionales en su vida diaria. “Siempre llevo una tijera en el bolsillo por las dudas y trato de moverme donde hay más gente para sentirme más seguro”, comentó Ricardo.
A pesar de la difícil situación, se muestra agradecido por la atención nacional que ha recibido la situación ya que “es importante que el país entero conozca lo que estamos viviendo aquí. Quizás así podamos obtener el apoyo necesario para enfrentar esta crisis”.
La historia de Ricardo refleja la realidad de muchos rosarinos, cuyas vidas han sido trastocadas por la violencia que azota la ciudad. En medio de la incertidumbre y el miedo, la comunidad busca mantener viva la esperanza de un cambio que les devuelva la tranquilidad perdida.