Hoy sabemos que, en nuestro país, todos los chicos que terminan la primaria empiezan la escuela secundaria.
Sin embargo, no todos la finalizan en tiempo y forma. Los datos más recientes del Censo 2022 nos muestran que entre los jóvenes de 20 a 24 años, el 66% tiene el título secundario.
Además, las evaluaciones estandarizadas reflejan que quienes llegan al final de la secundaria lo hacen con importantes déficits de aprendizajes.
De acuerdo a las pruebas Aprender 2022, 8 de cada 10 estudiantes del último año de secundaria se ubican en los niveles más bajo de conocimiento en Matemática, mientras que en Lengua la relación es 4 de cada 10.
Aquí tenemos importantes desafíos y una deuda con nuestros jóvenes.
Las capacidades que las personas desarrollan durante su niñez y juventud determinan, en buena medida, las oportunidades y herramientas que van a tener para construir su proyecto de vida e integrarse activamente en el mundo del trabajo en su adultez.
Al mismo tiempo, esas capacidades reflejan el potencial con el que cuenta Argentina para apalancar su desarrollo económico y social.
En este sentido, la escuela secundaria ocupa un lugar estratégico porque es el último nivel educativo formal por el que pasa la mayoría de las personas.
Ahora bien, los indicadores presentados muestran que la secundaria tiene grandes dificultades para garantizar trayectorias completas y aprendizajes significativos.
Parte de la explicación reside en un modelo de escuela rígido y muchas veces desconectado del entorno socio productivo. ¿Cómo transformar la secundaria?
En los últimos años, distintas provincias han avanzado en iniciativas orientadas a la mejora del nivel secundario.
En CIPPEC, desde 2020 venimos trabajando codo a codo con la provincia de Misiones, apoyando la política de transformación de la secundaria misionera.
Se trata de una política con foco en el proyecto de vida de los estudiantes, que se vincula con el sector productivo y el mundo del trabajo.
La inspiración ha sido el modelo disruptivo de la Escuela Secundaria de Innovación, institución pionera en la provincia.
Para implementarla, se propuso fortalecer a los equipos directivos y docentes con una estrategia de formación continua y un acompañamiento sostenido; revisar los diseños curriculares, priorizando los contenidos esenciales e incorporando los que están asociados al contexto local; elaborar un régimen académico que habilita diversos modos de organización institucional para garantizar trayectorias completas; promover el acompañamiento a las trayectorias a nivel escuela con la definición de un nuevo rol: el docente acompañante de trayectorias educativas (DATE); colocar a la información en el centro de la toma de decisiones en losdistintos niveles de gobierno.
Hasta hoy, esta política ha alcanzado a 195 escuelas secundarias de Misiones, a las que asisten 55.000 estudiantes -la mitad de la matrícula total del nivel-.
Dentro de ese conjunto, se consolidó un grupo de 72 escuelas precursoras, la punta de lanza de esta política.
Y ya se empiezan a observar resultados concretos.
Las escuelas precursoras, que partían de situaciones más desafiantes, han logrado importantes mejoras en las tasas de promoción, abandono y egreso, por encima de la media provincial.
Mientras en el período 2019-2022, la promoción a nivel provincial aumentó 3 puntos porcentuales (78 a 81%), en las precursoras, subió 5 puntos (de 74% a 79%).
Mientras que en la provincia la tasa de egreso se incrementó en casi 10 puntos porcentuales, en las escuelas precursoras lo hizo en más de 24 puntos.
Finalmente, entre 2021 y 2022, el abandono a nivel provincial disminuyó un punto (de 7% a 6%) y en las precursoras, tres puntos porcentuales (9,8% a 6,8%).
Estos primeros pasos son auspiciosos y permiten reconstruir la confianza en la escuela como el mejor lugar para que los chicos puedan ampliar sus horizontes.
El desafío por delante sigue siendo importante, pero hay un camino iniciado.
Transformar la secundaria no solo es necesario, sino que también es posible.
Además, estos pasos que muestran resultados ayudan a recomponer un tejidosocial y a construir una mirada común de largo plazo en la que el sistema educativo dialogue con el mundo del trabajo y las necesidades productivas de cada territorio.
Nuestro país necesita avanzar de manera eficaz hacia un desarrollo inclusivo y sostenido.
Lograr una macroeconomía estable es solo el primer paso; se necesita une estrategia de desarrollo que contemple una política fiscal sostenible, políticas para reducir la pobreza con inclusión social y un Estado inteligente para resolver de manera efectiva los problemas que hoy tenemos.
Desde CIPPEC estamos convencidos que el motor para impulsar el desarrollo social, económico y democrático de Argentina no es otro que la educación.