Especialistas del CONICET detectaron extractos y compuestos de origen vegetal que inhiben la multiplicación del virus del dengue. Aunque esta investigación está en sus inicios, sus hallazgos podrían ser el impulsor de un antiviral contra el dengue, es decir un tratamiento específico para hacer frente a esta infección viral.
FM 89.3 Santa María de las Misiones dialogó con dos de las investigadoras que integran el equipo de científicos que realizaron este hallazgo, Valeria Sülsen, del Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA-UBA) y Claudia Sepúlveda, del Instituto Química Biológica (Facultad Ciencias Exactas, UBA).
Según indicaron, este estudio forma parte de una línea de investigación dedicada a la búsqueda de medicamentos para el tratamiento de enfermedades desatendidas u olvidadas “que afectan principalmente a poblaciones pobres, de bajos recursos y que generalmente no son de interés para la industria farmacéutica por lo que a menudo este tipo de investigaciones se las encara precisamente desde la academia, las universidades. Entre éstas está el chagas, la leishmaniasis, las parasitosis y dentro de las enfermedades virales, el dengue”.

Nuevas moléculas de fuentes naturales
Sülsen detalló que su trabajo consiste en la búsqueda de nuevas moléculas en fuentes naturales y, dentro de estas, las plantas. “Argentina cuenta con una biodiversidad muy importante, muchas de las especies de plantas ya se utilizan con fines medicinales y otras todavía no están estudiadas y constituyen como un reservorio de potenciales moléculas activas”.
Detalló que las plantas que el equipo estudia pertenecen a la familia Asteraceae “son plantas que conocemos o consumimos a diario como la lechuga o el alcaucil, la manzanilla, el girasol… todas ellas pertenecen a esa familia que fabrican un tipo de compuesto particular que son de nuestro interés porque vimos que pueden impactar a nivel del virus del dengue”.
Según contó, “probamos algunos extractos de estas plantas -todas ellas crecen en nuestro país y algunas hasta fueron utilizadas por pueblos originarios para tratar casos de fiebre- y encaramos este estudio en una primera instancia in vitro frente al serotipo DEN 2 del virus del dengue”.
Resultado preliminar
Aunque los resultados fueron prometedores, Sepúlveda destacó que “son preliminares”. En este contexto, advirtió que “la búsqueda de fármacos para utilizar en la clínica es un camino bastante largo y arduo donde se empieza de lo más grande a lo más chiquito y cada vez se va haciendo más específico.
Nosotros probamos la capacidad de inhibir de estos extractos y algunos compuestos aislados purificados en un cultivo celular.
Es decir, es una aproximación de lo que sería una infección natural pero está muy lejos de parecerse a lo que ocurre en un individuo y más aún en un humano. Estamos tratando con un solo tipo de células que en este caso son unas células que se infectan muy bien con el virus y lo que pudimos determinar es que a bajas concentraciones de estos compuestos se produce una inhibición de la cantidad de virus que fabricaría en estas células infectadas”.
Por ello, para poder avanzar con esta investigación, indicó que el siguiente paso será trasladarlo a otro tipo de células que sean más representativas de la infección natural. “Y posteriormente, a medida que se va determinando que sigue siendo activo, deberemos hacer estudios de toxicidad en animales y de biodisponibilidad, es decir cuánto tiempo dura la molécula adentro del organismo”, precisó.
Contó que, por lo general, se trata con ratones y se hacen distintos ensayos para medir el metabolito de la droga, el tiempo que permanece en el individuo y si se manifiestan efectos adversos en el ratón después de haber sido tratado con distintas concentraciones hasta poder obtener cuál es la concentración óptima o dosis máxima que uno pondría darle al animal sin que se manifiesten efectos adversos.
Más del 50% de los medicamentos disponibles actualmente en el mercado se obtuvieron de fuentes naturales o su diseño se inspiró en la naturaleza, especialmente en el caso de los agentes antitumorales y antiinfecciosos.
Consultadas sobre trabajos similares en otros países, las investigadoras contaron que formar parte de una red de investigación a nivel iberoamericano en la que trabajan en colaboración junto a científicos de otros países.
“La incidencia del dengue es muy importante en Brasil y hay una línea muy importante de búsqueda de drogas a partir de fuentes naturales, hay gente que desconoce pero muchos de los medicamentos que utilizamos hoy en día tienen relación con fuentes naturales, desde la aspirina, que es un derivado de la salicina del sauce; los diuréticos, el enalapril (para la hipertensión)… todos son envasados de moléculas de origen natural”.
“También medicamentos como la digoxina, la misma morfina para el tratamiento de pacientes oncológicos por la analgesia que produce. Los antimaláricos como la hidroxicloroquina o el plasmodium… medicamentos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde las plantas son fuentes y origen”.
Menos becas, menos recurso humano para investigar
Ambas científicas reflexionaron sobre la situación del CONICET y de los recortes en el financiamiento a la investigación en el país.
“El CONICET es el mayor organismo -además de las universidades- que otorga becas de perfeccionamiento (doctorado) y los alumnos de doctorado son nuestra pieza fundamental para llevar adelante las investigaciones porque si bien nosotras dedicamos un montón de tiempo, los que están realmente en la mesada haciendo el experimento, recogiendo los resultados y discutiéndolos con nosotras suele ser el estudiante de doctorado. Lamentablemente, en esta última convocatoria que se presentó el año pasado y los resultados estuvieron este año, de más de 1.500 becas que se iban a otorgar solo se otorgaron 600, y eso es una forma de cortar líneas de investigación porque se reduce el recurso humano para llevar adelante esos trabajos”, reflexionó Claudia Sepúlveda. Advirtió además que el dinero que reciben los estudiantes para realizar sus doctorados está bajo la línea de pobreza, por lo que muchos directamente desisten y optan por irse a la industria o hacer los doctorados en el exterior donde tienen garantizada la continuidad.
Camino cuesta arriba
Por su parte, Sülsen admitió su preocupación por la situación del CONICET y de la Universidad.
“Se nos está haciendo todo cuesta arriba, no solo por el tema recursos humanos sino también por el congelamiento de presupuesto y la incertidumbre, porque no sabemos cuándo tendremos convocatoria de subsidio, cuándo recibiremos los pagos… es un camino cuesta arriba llevar a cabo las investigaciones, pero como investigadores del CONICET y como docentes de la UBA siempre estaremos en pos de continuar, apoyando la educación pública y la investigación para poder entregar los resultados en beneficio de la sociedad”.