Lejos de la macro y de la mano de la falta de resultados consistentes para la economía real, es cada vez más evidente la corrección de expectativas del Gobierno. La recuperación en “V” que venían prometiendo Luis Caputo y Javier Milei está lejos de ser una realidad.
La confirmación de una extendida recesión (que comenzó durante la gestión anterior y se profundiza en esta) echa por tierra la desaceleración inflacionaria y aleja notablemente las chances de un despegue tanto en el corto como en el mediano plazo.
Y si se tienen en cuenta las maniobras que desaceleran la inflación (caída del consumo por licuación de jubilaciones y salarios) se tiene por resultado que la letra que mejor describe el estado de las cosas es una “L”, con la mayoría de los argentinos “navegando” la parte inferior.
Mientras estos datos duros se replican en los informes de diferentes consultoras e incluso en los que elabora el INDEC, es evidente el corrimiento de expectativas, una constante en este Gobierno que ya suma casi cinco meses de gestión con un promedio de un millón de nuevos pobres por mes, de acuerdo al reciente análisis de la Universidad Torcuato Di Tella.
Milei y Caputo ya no hablan de recuperación en “V”. El Presidente despejó esa posibilidad y ahora sostiene que las chances de un repunte están relacionadas con decisiones de inversión por parte de los empresarios.
“En algún momento van a tener que poner las pelotas e invertir”, arengó el mandatario ante un auditorio que reconoció los resultados para la macro, pero sigue preguntando cómo y cuándo será la recuperación. La duda del “círculo rojo” es lógica. De qué sirve producir o invertir en producción si el que debe comprar (economía real) no tiene poder adquisitivo para hacerlo.
Milei ganó con dos claras premisas: desterrar a la casta y generar las condiciones para un desarrollo sostenible en el tiempo. Su automática alianza con la casta que juró combatir corrió las expectativas y puso toda la tensión en la segunda premisa.
Al cabo de estos meses el resultado es un superávit que se explica más por acumulación de deuda y por licuadora de jubilaciones que por motosierra, una recesión sin repunte en “V” y un millón de nuevos pobres por mes.