En los últimos 150 años, la expectativa de vida ha crecido enormemente: cumplir 80 años ahora es mucho más común que tiempo atrás, incluso llegar a la vejez sanos y vitales resulta en un hecho cada vez más factible para más personas en todo el mundo.
Sin embargo, hay personas y lugares en el mundo que dejan demostrado que la longevidad es mayor que en el resto, esos lugares y esas personas tienen algo en común.
Las mejoras en la mortalidad, la estructura etaria poblacional y la biología de nuestra especie posee diferencias demográficas dependiendo de los estilos de vida que adoptan las poblaciones.
Dependiendo del territorio, el grado de sedentarismo, alimentos saludables disponibles, ritmos de vida y descanso, tiempo dedicado al ocio y la contemplación o a la recreación y cultivo de buenas relaciones, son los factores que destacan y suponen una diferencia, según estudios e investigaciones, donde la longevidad excepcional es mayor como por ejemplo Cerdeña (Italia), Okinawa (Japón), Loma Linda (California), Icaria (Grecia) y Nicoya (Costa Rica).
Algunos autores como Mora-Alvarado y colaboradores (2015) y Poulain et al. (2016), han demostrado que es el agua de calidad, habitar zonas aisladas, estilos de vida tradicional en cuanto a las prácticas de obtención de alimentos de estación, por ejemplo, intensa actividad física asociada, bajos niveles de estrés, familias y comunidades que se apoyan de manera intensiva.
También se considera de incidencia los adelantos tecnológicos que proveen avances en terapias e intervenciones médicas dando oportunidad a solucionar temas de salud que en otro tiempo significarían una defunción.
Incluso Polain asevera que los factores mencionados podrían haber promovido el medio ideal para la aparición de fenotipos de larga vida a nivel poblacional, lo cual desde la ecosanación y retomando las bases genéticas que nos definen, el ambiente y el genotipo constituyen nuestra expresión fenotípica, eso que vemos cómo actúa y responde al ambiente, siempre cambiante.
Sin duda buenos hábitos y estilos de vida pueden conducirnos a un bienestar y calidad de vida superiores a los acostumbrados ante ritmos caóticos que acumulan preocupaciones, estrés, angustias y desorden.
Sabiendo que es posible alcanzar una edad avanzada y disfrutar de una vida saludable, solo falta un ingrediente más llamado decisión. Ser consecuentes, actuar coherentemente de acuerdo a nuestras decisiones.
Tomar buenas decisiones, abrazarlas, aún al caos es posible, ordenándolo, abrazarlo para iniciar una buena gestión del mismo y darle batalla a la entropía natural que nos subyace y define hasta el último día de nuestras grandiosas vidas.
Eso también es ecosanación, vinculándolos a la naturaleza, el ambiente que nos condiciona y define.
Mas allá de la fantasía de la eterna juventud que surge también en varias culturas, lo que sí parece posible es extender la vida, una buena vida.
Mgter. Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152