Estamos próximos a celebrar la fiesta de nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina. Es un día que nos une en la manifestación de nuestra fe como Iglesia y Nación Mariana, que siempre camina bajo el amparo de nuestra Madre. Ella es ejemplo de fe y confianza en Dios, la misma fe que manifestamos en la tradicional peregrinación al Santuario de Luján.
La devoción mariana nos invita a reflexionar sobre la importancia de la fe en nuestras vidas. En un mundo lleno de incertidumbre y desafíos, la fe en Dios y en la Virgen María nos da fuerza y esperanza para seguir adelante.
María nos enseña a confiar en Dios con un corazón sencillo y humilde. La fe no es una expresión de la inteligencia, sino la manifestación del corazón.
Es lo que nos enseña la sencillez de nuestra madre María ante tantos acontecimientos de la vida, en los que resulta difícil comprender y encontrar respuestas.
La devoción a la Santísima Virgen María nos recuerda el lugar que ocupa como intercesora, ya que Ella nos lleva a Jesús.
Nuestro Señor es la fuente de todas las gracias, y nuestra Señora es el canal de esas gracias.
La Madre María es ejemplo de la fe tenaz e insistente que necesitamos en nuestra relación con Dios.
Es la confianza plena en la Palabra de Dios, como nos dice en el evangelio de San Mateo: “Pidan y se les dará” (Mt. 7, 7-12), incluso en los momentos difíciles y adversos de la vida.
María nos invita a vivir una profunda intimidad con nuestro Dios, tal como nos relata el evangelio de San Lucas: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc. 2,19).
Frente a momentos de duda, dolor, sufrimiento e incertidumbre, ella nos enseña la importancia del silencio interior y la confianza plena en la divina providencia, lo cual nos permite abrazar nuestras cruces personales.
En medio de las incertidumbres que nos rodean, María sigue siendo el gran ejemplo de la certeza en el cumplimiento de la palabra de Dios, como nos enseña San Pablo: “Cuando hay fe y amor, la esperanza no defrauda” (Rom. 5,5). Esta certeza es la fuerza impulsora para todos aquellos que creen en Dios.
Es la vivencia de un Dios que se manifiesta en nuestra existencia y nos envuelve con su amor, como una madre lo hace con sus hijos.
María nos enseña a sentir una profunda gratitud hacia Dios por todas las bendiciones recibidas en la vida.
Desde el momento en que el ángel Gabriel le anunció que sería la madre de Jesús, María respondió con humildad y gratitud, diciendo: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”; (Lucas 1:38).
Ella nos muestra el camino de la aceptación y el agradecimiento ante la voluntad de Dios.
La gratitud de María nos enseña la importancia de reconocer y agradecer las bendiciones que recibimos de Dios en nuestras vidas.
En el marco de la festividad bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján, nos preparamos también para la tradicional peregrinación al Santuario de Fátima en Garupá, que tendrá lugar el próximo domingo 12 de mayo.
Esta es una gran oportunidad para unirnos como iglesia que cree en la presencia viva de nuestro Dios y caminar juntos, pidiendo la intercesión de nuestra Madre y agradeciéndole por tantas bendiciones recibidas.
Que nuestra Madre del Cielo interceda por todas nuestras intenciones, nos proteja, nos acompañe y nos guíe hacia su Hijo Jesús.