La lógica es innegable, no se puede vivir en eterno déficit con alta inflación, una fórmula propia del pasado reciente. El diagnóstico fue acertado y al discurso se ajustó en esa línea. Ello explica que Javier Milei sea hoy el presidente de los argentinos. Pero la “guerra santa” del déficit cero ya no es sostenible si no determina beneficios reales para la sociedad.
Cuando el Gobierno afirma que “no hay plata” se dirige a la sociedad en general, la que está bancando fuerte el ajuste que sostiene el déficit cero. Mientras tanto, los que festejan son los tenedores de bonos y los especuladores que siguen viendo como se maximizan sus ganancias.
Cuando el Gobierno sostiene que no negocia el déficit cero, pero afloja fondos para que las provincias ayuden a que el Congreso apruebe la Ley Bases, está haciendo política y omitiendo el ensanchamiento de las necesidades sociales.
La discusión entonces no está en los objetivos, no sería lógico ir contra ellos, el problema sigue siendo la incongruencia entre lo que se afirma y lo que se hace.
Quienes defienden el modelo sostienen que lo hacen porque Milei está haciendo lo que dijo que iba a hacer.
Queda a la vista que eso no sucede y que en Argentina siguen ganando los de siempre y que los que siempre perdieron hoy lo hacen en mayor medida.