Obligó a callar a los tres varones, niños de 10, 5 y 2 años, dos de ellos sus hijos biológicos, que debía cuidar, todos los actos de violencia sexual que concretó contra ellos, en base de amenazas de arma de fuego y golpes. Entre 2017 y 2018, los tres menores atravesaron episodios que transcurrían entre extremos de golosinas y advertencias de machete, entre otros hechos.
El empleado de 41 años con residencia en un barrio de Puerto Rico, cuya dirección se reserva este medio, firmó la semana pasada un acuerdo de juicio abreviado ofrecido por el fiscal del Tribunal Penal 2 de esta capital, Vladimir Glinka.
Rubricó el acta que lo envió nuevamente a la unidad penal del Servicio Penitenciario Provincial por 12 años de cumplimiento efectivo por “amenazas, cometido en reiteradas oportunidades (previsto y penado por el artículo 149 Bis del Código Penal Argentino), en detrimento de dos hijos y un hijo de la abuela materna, abuso sexual gravemente ultrajante agravado por ser cometido contra persona menor de 18 años en reiteradas oportunidades, abuso sexual gravemente ultrajante doblemente agravado por el vínculo y por ser cometido contra persona menor de 18 y corrupción de menores agravado (artículos 119, párrafos segundo y quinto e incisos inciso B y F, y 125 tercer párrafo), todos los delitos en concurso real (artículo 55 del CPA)”.
El 13 de marzo de 2018, la madre de los tres menores se presentó en el Juzgado de Violencia Familiar 1 de Puerto Rico y su denuncia abrió la investigación a partir de la intervención del fiscal de Instrucción (subrogante entonces) de la misma localidad, Jorge Fernández.
La causa fue elevada a juicio por el juez de Instrucción de Puerto Rico, Leonardo Manuel Balanda Gómez y recayó en el Tribunal Penal 2 de la Primera Circunscripción Judicial.
Acuerdo
En audiencia de visu ante el fiscal Glinka, el encartado no tuvo alternativa ante el cúmulo de evidencia en su contra y la proximidad de la concreción del juicio oral llamado por los jueces Gregorio Augusto Busse, César Antonio Yaya y Carlos Jorge Giménez. Aceptó el acuerdo de 12 años y evitó el banquillo de acusados, no la culpa.
Un directivo del nivel inicial de la Escuela Normal Superior 3 de Puerto Rico fue quien encendió las alarmas cuando denunció que uno de los niños denotaba conductas y relataba episodios como víctima de delitos contra la integridad sexual.
Violentos y reiterados
Entre las pruebas y testimonios que registra el expediente al que PRIMERA EDICIÓN tuvo acceso, se describen hechos reiterados y comportamientos violentos del acusado con los tres menores, entre los maltratos físicos y psicológicos y gritos amenazantes como: “Los voy a matar a todos a garrotazos y después los voy a cortar con un machete uno por uno”.
Entre los episodios de abuso sexual se detallaron tocamientos en los genitales de los niños y hasta haberle practicado sexo oral el acusado.
“Aprovechó la convivencia preexistente y la vulnerabilidad de sus hijos”, se destaca en la elevación a juicio y del relato de una de las víctimas se confirmó que a los tres los obligó a acostarse desnudos en un colchón en el piso al lado de su cama en ausencia de otras personas y los abusó, previo amedrentamiento con armas y golpes.