Enrique VIII se escinde de la Iglesia católica, forma la Iglesia anglicana y conserva como único símbolo la glándula pineal, que aún la podemos ver en el Vaticano y también en las cúpulas de las iglesias anglicanas en vez de la cruz romana que distingue a las iglesias católicas apostólicas romanas.
Al turista desprevenido le explican que es una “piña” difícil de conseguir en Inglaterra y que se regalaban entre la realeza como símbolo de algo que “ellos poseen y el resto no lo puede tener”. Estas son palabras textuales a las que yo completaría: ellos poseen nuestra glándula pineal y nosotros no, al mantenernos entretenidos con cosas mundanas, estrés, preocupaciones, miedo, etc.
Esto me llevó a investigar cómo hacer para activar la glándula pineal y resulta que se logra con algo tan natural como la respiración:
Inhalar por nariz apretando fuertemente los esfínteres (ano y sexo), luego el abdomen inferior y por último el superior hasta llenar al máximo los pulmones para que la energía suba por la columna vertebral hasta la pineal, debe centrarse en mantener apretados estos músculos mientras se contiene la respiración.
Al inspirar el sacro se dobla una pizca hacia atrás y las suturas del cráneo se expanden y al exhalar, el sacro se dobla muy ligeramente hacia delante y las suturas se cierran. Así, la respiración propaga una onda que desplaza muy lentamente el líquido cefalorraquídeo hasta lo alto de la columna por el cerebro y luego hacia abajo otra vez. Este impulso energético al subir con el líquido cefalorraquídeo, ejerce una presión contra los cristales de calcita que se encuentran en la glándula pineal generando una carga eléctrica.
Cuando este efecto piezoeléctrico sucede en dicha glándula, se notará algo como un orgasmo en el cerebro y se empezará a experimentar cosas maravillosas.
La idea es hacer subir la energía atascada en los 3 primeros chakras hasta la glándula pineal, esto requiere mucha práctica.
Al conseguirlo se crea el efecto toroide, creando una corriente en la columna vertebral generando un campo electromagnético y el cuerpo se convierte en un imán.
Graciela del Carmen Zaimakis de Abraham
Escritora/ Escuela de Pensamiento
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