La ciencia nos demostró hace mucho tiempo cómo afecta la emoción en nuestro cuerpo.
La neurobióloga Candace Pert (1946-2013) fue profesora e investigadora y formó parte del equipo de investigadores que, en 1973 descubrieron el denominado receptor opiáceo (presente en muchas células de nuestro cuerpo). Este fue el punto de partida para el conocimiento de las bases químicas del funcionamiento del cerebro, los péptidos y la función de las endorfinas.
En el desarrollo de posteriores investigaciones, Candace Pert y Salomón Snyder (su director de tesis) se abocaron al estudio de las endorfinas, estableciendo en 1975 la relación entre los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino.
Estos descubrimientos proporcionaron las bases para el desarrollo de un nuevo campo de la medicina y la farmacología denominado psiconeuroinmunología, un ámbito de la investigación que considera especialmente la relación mente-cuerpo y aborda la importancia de las emociones como puente comunicador entre ambas dimensiones.
Hoy es ya una especie de saber común que las emociones nos afectan físicamente y que constituyen una energía vibracional que influye en el mundo.
Nuestro bienestar psicofísico y lo que pensamos tienen efectos sobre nuestra salud, ya que todas nuestras emociones están mediadas por estos péptidos que son mensajeros moleculares y la manifestación bioquímica de las emociones.
Las emociones son señales electromagnéticas que afectan la química y electricidad de cada célula del cuerpo, cambiándolo desde dentro y afectando el entorno (unión entre la física cuántica y la biología).
La doctora Pert afirmó que la influencia más importante sobre nuestro cuerpo son nuestras propias expectativas y nuestros hábitos emocionales, lo que pensamos tiene efecto en nuestra salud.
Un trauma emocional o psicológico puede tener efecto en forma de enfermedad.
Las investigaciones que desarrolló la especialista en estas áreas, junto a estudios de otros científicos, la llevaron a postular de manera fundamentada (en contraposición al denominado «cartesianismo») que la mente no está localizada en el cerebro, sino distribuida por todo el organismo.
La forma de esta distribución se conoce como molécula-señal. También expuso, a raíz de sus estudios, que el sistema inmunológico, incluyendo el sistema nervioso central, tiene memoria y capacidad de aprendizaje
Practicar meditación o alguna otra técnica para conectar con nuestro cuerpo nos ayuda a mantener ese equilibrio entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Lo que se llama coherencia emocional.
Hoy podemos observarnos y ver si vivimos con esa coherencia en nuestra vida.
Cuántas veces pensamos una cosa, pero decimos y actuamos contradictoriamente. Esto nos afecta físicamente apareciendo tensión en nuestro cuerpo, malestar y no nos permite ser nosotros mismos.
Sabiendo que las moléculas de nuestro cuerpo reciben la información de nuestras emociones, te pregunto: ¿qué emociones predominan en tu día a día? Son de amor o de miedo, vivís en paz o siempre con estrés.
Recordá que todas las células de nuestro cuerpo escuchan lo que pensamos. Hoy podés observarte, sentir tu cuerpo y hablarte con cariño.
Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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