En serena armonía física, mental y espiritual, en el ahora luego de la sesión de Yoga nos quedamos sentados en la mat para buscar la pequeña lectura habitual. Abrimos el libro en la página señalada y repasamos lo leído donde, refiriéndose a la primera de las siete claves de la felicidad, el Dr. Deepak Chopra nos dice que “al tomar conciencia de nuestro cuerpo nos conectamos con el campo subyacente de las posibilidades infinitas”.
En la lectura anterior veíamos que prestar atención “es nuestra conexión con el campo de las posibilidades infinitas” y que hay tres atributos del campo que contribuyen a la felicidad, de los cuales habíamos comprendido el primero que es la inteligencia, que “nos permite tomar decisiones en favor de nuestra realización”, a la que siguen la creatividad y el poder. Entonces continuamos leyendo: “Cuando tenemos conciencia del cuerpo y de lo que nos dice, la calidad de la inteligencia se magnifica.
Su alcance es infinito. Y al tiempo que realiza incontables procesos físicos, el cuerpo humano sigue el movimiento de las estrellas y planetas… los ritmos biológicos son la sinfonía del Universo”.
Aquí el doctor pasa a explicarnos el segundo atributo del campo que es la creatividad. Ella “hace que el flujo de la vida sea siempre fresco y nuevo, combate la inercia, disipa el hábito”, porque “casi siempre el cuerpo parece estancado en la rutina: las respiraciones se suceden siempre iguales; cada latido del corazón es igual al anterior. Para procesar los alimentos y el aire, el cuerpo debe repetir incesantemente y con gran exactitud los mismos procesos químicos. No hay lugar para la improvisación. Sin embargo, también tiene una milagrosa flexibilidad que le permite adaptarse a situaciones inéditas.
Cuando decidimos hacer algo nuevo –tener un bebé, correr un maratón o escalar una montaña-, miles de millones de células se adaptan a esa intención. Y esta flexibilidad no es mecánica… El cuerpo se adapta de manera creativa. Esto también puede observarse en la creatividad con que pensamos y hablamos…” Uh… pero debemos cerrar el libro y retirarnos. Namasté.
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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