“Soy un fanático de mis hijos y la vida me llevó a tener además una linda amistad con ellos, algo que pocos lo consiguen. Ser padre te lleva a aprender y superarte siempre, esa es la realidad”, así definió Hugo Stanganelli (63 años) a su relación con sus cuatro hijos, en la previa del Día del Padre, una fecha muy especial y cara a los sentimientos para muchos.
Stanganelli es marca registrada en el automovilismo misionero, porque el “Mono”, como cariñosamente lo apodaron sus amigos, es un tipo locuaz, amable, de costumbres sencillas, que fue campeón tanto en las especialidades de pista como de rally, y siempre, de uno u otro modo, y siempre estuvo acompañado por sus hijos Martín (41), Cristian (37), Marcelo (33) y Tizziano (9).
Hugo recordó que “pasamos momentos muy duros en la vida, como el fallecimiento por enfermedad de mi esposa, Mirta Mabel Sussini, madre de mis primeros tres hijos y con quien me casé a los 19 años. Creo que eso fue el fusible, porque nos golpeó fuerte y a la vez fortaleció el vínculo con mis hijos, entiendo que tienen miedo que me muera, entonces se acercaron y me cuidaron en demasía”.
Contó que con sus hijos “todo lo hacemos juntos y así se nos hizo una vida muy llevadera, pero lamento siempre lo de la mamá de ellos. Yo después me junté y me estoy por casar con Rocío, con quien tuvimos a Tizziano, que hoy por hoy es mi punto de atracción porque todo gira alrededor de él, que está corriendo en karting”.
Hugo tuvo dos accidentes importantes en su vida, vinculados con su actividad deportiva, en los que hasta “perdí la memoria, olvidé algunos recuerdos que me hubieran gustado tenerlos más presentes”, confiesa.
Los ojos le brillan cuando habla de ser padre, “creo que nadie está preparado para eso, todo es prueba y error. A mis hijos nunca les pegué y no me cansé de hablarles. Lo que sí, habíamos tomado como norma cuando vivíamos con la mamá era que los domingos a la noche no inviten a nadie a casa porque nos juntábamos en familia y cada uno exponía su problema, ya sea escolar, de su novia, de su amigo y lo ayudábamos entre todos a solucionarlo. Eso hizo una raíz en el grupo, en la familia, en los cinco, entonces todos dependíamos de todos y todos sabíamos los problemas de todos. Eso ayudó mucho también en formarlos a ellos como personas y hoy considero que están bien encaminados en la vida”.
En el cierre de la charla, que en realidad duró casi una hora, Hugo reflexionó sobre el presente que vive, y dijo que “nunca lo imaginé, la verdad que no. Mi vida tuvo muchos altos y bajos, estuve muy bien económicamente un montón de veces y muy mal en otras tantas. Pero si tuviese que hacer mi vida de vuelta, la haría de la misma forma porque soy un tipo que no me caigo nunca. Soy un convencido que Dios provee todo”.