Alberto Durero es el pintor más importante del Renacimiento alemán y una figura básica para entender el arte del siglo XV, en el que influyó a nivel masivo.
El artista nace un 21 de mayo en Nuremberg y desde joven se inició como orfebre con su padre. Los maestros flamencos influirían notablemente en su obra pero los contactos comerciales con Italia hicieron que descubriera las nuevas ideas humanistas. Intentaría de ese modo crear un nexo entre ambas sensibilidades.
Combinó su más bien escaso trabajo como pintor con el grabado y el dibujo, de los que fue indiscutible maestro. Sus Vier Bücher von menschlicher Proportion (Cuatro libros sobre las proporciones humanas, 1528) son de estudio obligado para cualquiera que pretenda dominar estas disciplinas. En los tiempos en los que la imprenta empezaba a expandirse, sus grabados viajaron por toda Europa, alcanzando una fama sin precedentes en un artista alemán.
El arte occidental tiene una gran deuda con Durero, tanto en la influencia de sus obras como en su Teoría del arte. Además es un artista adorado por los historiadores, ya que dejó documentados minuciosamente miles de detalles de su vida y obra.
A los 34 años ya era considerado un genio en todo el continente, sobre todo en Italia, donde vive unos años y se empapa del ambiente, deseando al final realizar un tratado artístico en alemán para el disfrute y la educación de los artistas de su tierra. Al estar en la élite intelectual, se codeó con los más grandes artistas, pensadores, políticos y religiosos de su momento.
Durero es uno de los grandes grabadores de la historia. Y su obra maestra con esa técnica es su serie de visiones sobre la versión bíblica del fin del mundo. Serie considerada una de las maravillas del arte alemán.
Estamos en un momento fundamental en la historia de la comunicación en particular y la historia del mundo en general, ya que hace muy poco se ha inventado la imprenta, y por eso mismo recién se están desarrollando las técnicas de grabado aplicadas a la ilustración de libros (en este caso, las obras son xilografías: impresiones hechas con grabados sobre planchas de madera).
Hay algo tan curioso como genial en los grabados de Durero: siendo este artista el más grande representante del Renacimiento alemán (algo de lo que no nos quedan dudas al observar sus pinturas y sus dibujos), en sus grabados pone tanto dramatismo, efervescencia y movimiento, que en ese sentido parecen más barrocos que renacentistas.
«Qué es o sea la belleza, lo ignoro. Nadie puede saberlo, sino Dios», fueron sus últimas palabras. Aún siendo uno de los hombres más sabios de Europa en este tema, no pudo sino despedirse con esta humilde y dolorosa cuestión.
Claudia Olefnik
Artista plástica
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