Sentados en la mat, en el ahora, disfrutando del pleno bienestar que nos brindó la sesión de Yoga, buscamos la lectura habitual y vemos el último párrafo leído: “El cuerpo necesita desechar la energía atascada en emociones, recuerdos y experiencias traumáticas del pasado.
Lo deseable sería no identificarnos con estas influencias negativas, no aferrarnos a ellas…”, nos decía allí el Dr. Deepak Chopra, agregando ahora: “Ni transmitirles más energías, pero todos lo hacemos. Cargamos al cuerpo con exigencias excesivas, consciente e inconscientemente, y con ello le impedimos relajarse…”.
Entonces nos indica el Doctor: “Solo relájate, quédate tranquilo y dile a tu cuerpo que puede hacer todo lo que quiera. Pueden presentarse cualquiera de las siguientes manifestaciones: suspiros profundos, somnolencia, surgimiento de recuerdos, sensaciones físicas inesperadas como malestar o rigidez, emotividad espontánea, probablemente lágrimas y sensación de alivio. Todas son señales del cuerpo, que necesita espacio para sanar y renovarse”.
Pero “si actualmente tu cuerpo está en un estado de autosanación sin resistencia, el experimento producirá el efecto contrario. Si permaneces tranquilo y le dices a tu cuerpo que haga lo que quiera, se presentará alguna de las siguientes manifestaciones: una sensación de profunda quietud y paz; leve efervescencia; ligereza; alegría desbordante, si bien sutil, y admiración ante lo desconocido que se asoma a través de la máscara de la existencia material.
En otras palabras, cuando tu cuerpo se encuentra en su estado natural, experimentas felicidad. Cuando eres feliz en este nivel de normalidad, recuerdas quién eres en realidad. Tu conciencia alcanza la realización porque en cada célula hay un estado de conocimiento, alegría y la certeza de la inmortalidad.
En la India lo llamamos Sat Chit Ananda o conciencia de la dicha eterna. En este estado del ser, el cuerpo se puede sanar mediante el conocimiento de sí mismo”. Aquí completa el Doctor la primera clave de la felicidad y nos regala una síntesis que leeremos la próxima vez, porque debemos retirarnos.
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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