Una decena de docentes fue estafada por delincuentes que fingieron ser del Ministerio de Educación de la Nación y les ofrecieron ser parte de un plantel de educadores de una escuela provincial que se iba a intervenir.
Entre otros requisitos, les hicieron firmar un contrato de confidencialidad donde prometían no divulgar nada al respecto y enviar formularios con sus datos personales (en algunos casos firmados por escribanos).
Si bien no hay un cálculo preciso de cuanto dinero les solicitaron a los damnificados en distintos conceptos, en su mayoría para trámites, pertenecer a una obra social y un plan maternal, se estima que en total podría ser una suma millonaria.
Además de contactarse vía zoom, donde los “orientaban” y les daban “pautas a seguir” y “coordinaban en forma conjunta” la forma en que iban a trabajar a futuro en la escuela que iba a ser intervenida, les ordenaban hacer trabajos y metas a cumplir, donde los docentes debieron trasladarse en algunos casos kilómetros para poder dejar conformes a los supuestos inspectores de educación.
Captaron a las víctimas en mayo pasado con el boca a boca, según trascendió.
Las reuniones virtuales duraban en promedio ocho horas y eran de “capacitación”. También les solicitaron que presenten proyectos para definir los roles a cumplir en el establecimiento educativo que iba a pasar a formar parte de Nación.
Muchos de los damnificados, quienes serían de Alem, Jardín América y Pozo Azul, renunciaron a sus actuales trabajos, teniendo en cuenta que les demandaba mucho tiempo no solo las reuniones que se llevaban a cabo, también las labores que tenían que cumplir.
Algunos dudaron, pero los estafadores (tres hasta ahora en total) se presentaron en Leandro N. Alem para mostrarles la escuela. Sin embargo, ese día (ya entradas las vacaciones de invierno), les manifestaron que “se olvidaron la llave de acceso a la escuela”, por lo que se la enseñaron desde afuera. Entonces nadie volvió a dudar. La aceitada estafa siguió en marcha.
Rifas y falsas promesas
Cuando el dinero no se acreditó en la obra social los docentes comenzaron a sospechar, hasta que finalmente y a través de redes sociales se enteraron que todo era un fraude.
Es que la líder o cabecilla del grupo tenía antecedentes en la provincia de Buenos Aires con numerosos casos similares e incluso, con otros tipos de maniobras fraudulentas.
En muchos casos utilizaron documentaciones de las víctimas para estafar a otras personas. El temor de algunos docentes es que esos papeles les sirvan a los malvivientes para cometer otros fraudes como préstamos, transacciones u operaciones bancarias con sus nombres. La banda se completa con un supuesto abogado y un contacto local (de Alem). Podría haber más integrantes.
Muchos de los damnificados renunciaron a sus actuales trabajos debido a que la propuesta laboral era muy tentadora en cuanto a los sueldos a ganar.
La justificación de la supuesta intervención de la escuela provincial por parte de los estafadores fue porque había muchas irregularidades y denuncias contra ese establecimiento educativo, ubicado a unos tres kilómetros de la ruta provincial 4, en el municipio de Leandro N. Alem.
Dolorosa situación
Muchos de los damnificados con familias a su cargo dejaron sus trabajos y ahora quedaron sin nada.
Algunos aportaron cifras de entre 250 a 350 mil pesos, en conceptos de obra social, plan maternal, trámites y hasta un teléfono celular que les iban a entregar desde el Ministerio de Educación de la Nación.
Luego hubo una rifa donde les hicieron vender 50 números a cada integrante del grupo -estimado en diez docentes y enfermeras, preceptores y psicopedagogas- a 2 mil pesos para el acto de apertura de la flamante “escuela intervenida”.
Un dato llamativo es que en el contrato de confidencialidad (con membretes apócrifos del Gobierno) existen varios items o puntos a cumplir. Uno de ellos es que se debe destruir toda la información a la que tuvo acceso en el grupo de trabajo. Esto fue una perversa “cláusula” de los estafadores para no dejar evidencias ni rastros y luego complicar la investigación, a sabiendas de que tarde o temprano se iba a correr el velo y los descubrirían.