Por: Evelin Rucker
Antes de la llegada del helado de chocolate, en la casa de Milán no había pasado nada que requiriera un susto y muchas corridas.
Pero ese día, muy temprano en la mañana llegó la abuela de visita.
_¡Hola, mis amores! -entre abrazos y risas sacó de su bolso floreado un enorme pote-. Pónganlo en la heladera, para que no se derrita.
_Quiero un poquito, -exclamó Milán que ya traía una cuchara en la mano- ¿puedo Mami?
_Sí, bueno. Solo un poco. Lo compartiremos como postre del almuerzo.
La charla poniéndose al día con las noticias familiares fue larga; duró el tiempo suficiente como para que Milu comiera todo el helado de chocolate que había traído la abuela.
_¡Es que estaba taaaaaan rico! –dijo enmarcada por un gran bigote marrón lleno de espumita.
A la hora del almuerzo, Milán estaba inapetente, cosa no muy normal en ella. Al rato comenzó a quejarse de dolor de panza y poco después corrió al baño.
Al ver la carita pálida y desencajada, mamá y papá la tomaron en brazos y corrieron a la guardia del hospital donde encontraron a su pediatra.
_ Bueno. Tenemos acá un típico caso de empacho -dijo muy serio el doctor Manolo mientras revisaba a la niña- ¿Qué comiste?
_ Chocolate, pero ya no me gusta, es feo.
_Helado de chocolate -corrigió la mamá.
Milán comenzó a llorar en medio de arcadas fuertes.
_El chocolate es rico –sentenció el médico mientras tomaba la mano de Milán para tranquilizarla- pero tenemos que comerlo con prudencia. Es un alimento que contiene mucha grasa y azúcar, por eso se vuelve pesado para la pancita.
_¿Es grave? –preguntó el papá.
_ No. Tendrá que hacer una dieta liviana, tomar mucha agua y quedarse quieta por unas horas hasta sentirse mejor.
Cuando regresaron a la casa, la abuela propuso consultar a doña Benigna, la sabia curandera, como para tener otra opinión al respecto y sobre todo para que le midiera el empacho.
Benigna llegó al rato y entre oraciones en voz muy baja confirmó el diagnóstico del médico.
_ Hacele un tecito suave de manzanilla –dijo al papá- Vos, Milán, tendrás que comer porciones pequeñas de helado de ahora en más.
_ Nunca más voy a comer helado de chocolate -respondió lloriqueando.
_ Pronto te vas a olvidar de este malestar y volverás a tentarte. Yo te voy a dejar una receta de un helado mucho más sano y también muy rico. Podrás hacerlo con la abuela.
La carita triste de Milán esbozó una sonrisa.
La curandera escribió la receta con las indicaciones, abrazó muy fuerte a todos y cantando bajito se despidió.
Nota de la autora: Milu me pidió que comparta en este cuento la receta del helado de doña Benigna. Ella considera que es más rico que el de chocolate.
_ Muuuuucho más rico. –me aclaró.
Helado de zanahoria y naranja
Ingredientes
• 1 zanahoria grande
• jugo de 3 naranjas
• 1 cucharada de stevia
• ½ cucharadita de jengibre
• 1 palta o banana
Elaboración
1) Rallar la zanahoria.
2) Extraer el jugo de las naranjas.
3) Pisar con un tenedor, haciendo un puré, la palta o banana.
4) Mezclar la zanahoria rallada, el jugo, la cucharada de stevia (que es opcional), el jengibre y el puré.
5) Llevar al congelador por un rato largo.
6) El helado está listo. Ya lo podés comer.