El “niño interior” es un concepto psicológico que habla de esa parte más profunda de una persona, donde residen las emociones, recuerdos y experiencias de la infancia.
Muchas veces nos preguntamos por qué nos sentimos mal, inquietos o con ganas de llorar y aparentemente no pasó nada que te haya llevado a ese estado. Es en ese momento cuando tu niño interior te está pidiendo atención.
Las heridas de la infancia están ahí, muy en lo profundo de nuestro subconsciente y resuena en lo profundo del corazón. A veces nos cuesta avanzar, nos falta interés o creemos que no somos creativos; muchos dejaron de reír, de disfrutar como lo hacíamos de niños.
Todo eso es parte de este Yo que soy ahora, que estoy siendo a pesar de todo. Soy esa persona que “lucha” por salir adelante y lo logra con esfuerzo y ni así lo disfruta a pleno. Soy esa persona que cree que nadie la tiene en cuenta, que siente un vacío en su vida.
Lo bueno de esta introducción a nuestro niño interior es que se puede sanar. Todas las heridas se pueden sanar, absolutamente todas y cuando en el día ocurren eventos tristes o difíciles, si nuestro niño interior está sano, entonces todo resulta más fácil superar o al menos con menos dolor porque ya no se sumarán las heridas de pequeño sino que serán las de ahora, que irán acompañadas por un niño alegre, creativo, inocente, lleno de ganas de seguir experimentando la vida.
Sabemos que los 7 primeros años de vida son fundamentales porque allí nuestro cerebro guarda programas claves de supervivencia, programas que utilizará para defendernos de “algo” que cree que será dañino para nosotros. Esos programas funcionan porque gracias a ellos seguimos vivos, pero muchas veces la realidad no es la que nuestro cerebro supone que es y nos juega malas pasadas.
Para asegurarnos de no mal utilizar los programas de supervivencia es bueno que realicemos la sanación del niño interior, de ese Yo profundo que nos da la posibilidad de sentir, de emocionarnos, de disfrutar y sentirnos plenos.
Cuando sanamos a nuestro niño nuestra autoestima se refuerza, las relaciones se vuelven más amenas, los miedos no nos detienen y salimos al mundo a conquistarlo con valentía y felicidad.
¿Cómo hacemos?
Es fundamental que primero reconozcamos al niño. Podemos cerrar los ojos y visualizarnos de pequeños o podemos ayudarnos con una foto de pequeños, hasta los siete años.
Así como las heridas son diferentes y únicas para cada persona, así también serán las palabras y momentos que utilizaremos, diferentes en cada paso.
Hay que tener en cuenta que la guía que les comparto es eso, una guía como para tenerla en cuenta y así poder ir creando la nuestra, propia, única y original como lo somos.
Al mirarnos de pequeños podemos recordar qué canciones nos gustaban, a qué jugábamos, qué me gustaba representar. A quién admirábamos. Al vernos jugar, que nuestros labios acompañen una sonrisa porque es la que nos unirá a partir de ahora. Mirarnos con amor y si surge una autocrítica quedarnos ahí, sentirla (respiramos profundo) y tratar de entender por qué. Alguien nos criticó, ¿hubo algo o alguien que nos hizo vernos así, que nos hizo juzgarnos? Respiramos, sentimos, y lo único que vamos a hacer es acercarnos a ese niño y le damos un abrazo. Sintamos ese placer del cariño mientras le decimos: “todo está bien ahora”, y si nos dan ganas de llorar lo hacemos sin más.
Antes de despedirnos vamos a tratar de hacer un juego que le gusta o simplemente disfrutar de ese momento juntos. Cada día conectar con él (o ella obviamente) se volverá una necesidad e iremos descubriendo nuestra felicidad.
Hombres y mujeres adultos: no teman conectar con su niño interior porque es allí donde reside su verdadero ser.
Beneficios de tener un niño sano dentro nuestro
Cuando hacemos el ejercicio para conectar con nuestro niño interior no será de sanación completa, será el inicio de la reparación de una relación que dejamos guardada.
Cuando nos veamos en situaciones difíciles recurrir al niño. Si necesitó más cariño de los padres, dárselo; si se sintió abandonado, darle seguridad (usar nuestras palabras de aliento); si se sintió destratado, mostrarle que estamos ahí para tratarlo con cariño y así con todo.
Enumero algunos: reducción de la ansiedad, estrés, liberación de traumas, amor propio, alegría, más seguros, más creatividad y más livianos.
“Eres una parte esencial de mí y tienes todo mi amor y protección”.
Por Rosanna Toraglio
Periodista de
Primera Edición