De la mano de los pulsos de Javier Milei y Luis Caputo, el Gobierno continúa su cruzada por lograr inversiones que dinamicen la economía. Lo hace Milei cada vez que se presenta ante el denominado “círculo rojo”, a cuyos integrantes reclama que “pongan lo que hay que poner”.
También lo hace semanalmente el ministro de Economía en reuniones cerradas con empresarios o abiertamente en foros cuando reclama, como lo hizo días atrás en Córdoba, que “entiendan la política económica para que la recuperación sea más rápida”. Sin embargo, al cabo de todos estos meses, las inversiones siguen sin verse en el terreno.
A estas alturas, y mientras el grueso de la dirigencia política sigue dando vergüenza ventilando internas oficialistas y opositoras y poniéndose de acuerdo para aumentarse sideralmente los sueldos, la situación general muestra un grave deterioro que se expresa en lamentables índices de pobreza e indigencia.
Quizás, y es apenas una idea, cumpliendo algún apartado de la plataforma de campaña las inversiones se dejen ver.
Porque en verdad el Presidente y su ministro aún deben demostrar que, por ejemplo, los impuestos van a bajar o ser menos y no todo lo contrario como viene sucediendo.
Porque en los meses que llevan de Gobierno los gravámenes existentes aumentaron su valor y los que habían dejado de existir en la pésima gestión de Sergio Massa volvieron, como Ganancias, o los de Transferencia de Combustible.