Jaboticaba, guaviroba, caraguatá, ubajay, pitanga, jacaratiá, mbocayá… frutos nativos de la tierra colorada que este grupo de Mujeres Soñadoras de Aristóbulo del Valle convierte en exquisitas mermeladas con un propósito que va mucho más allá de lo económico: popularizar sus sabores para conservar los árboles que, al igual que la fauna, corren riesgo de extinguirse.
Claudia Kozaczek como presidenta; Fabiana Da Vega, vicepresidenta, y Verónica Zurakovski, como tesorera, lideran actualmente la Asociación Civil Mujeres Soñadoras, conformada por más de cincuenta familias, que dio sus primeros pasos allá por 1996, con el envión de programas del INTA, del Ministerio de Agricultura de la Nación y el acompañamiento de la Secretaría de Agricultura Familiar.

Mujeres que supieron sumar a sus padres, maridos, hijos… bajo una premisa, cuidar el monte nativo, ya no solo por su valor en madera, sino también por sus frutos, pues solo recolectan alrededor del 20% y, el sobrante, se reserva como alimento para la fauna del lugar.
Verónica tuvo gran responsabilidad en esta iniciativa, cuando 25 años atrás, decidida a hacer conocer todos los sabores del monte misionero, elaboraba mermeladas de pitanga, cerella, guaviroba… “siempre con la inquietud de que se van tumbando montes y solo queda el recuerdo de lo que había, y llevaba a la feria a vender”.
“Lo nuestro no es vender una mermelada, es demostrar la necesidad del cuidado del medio ambiente”.
Como todo inicio, no fue sencillo, pero entonces surgió la sugerencia de presentarlo como proyecto y sumar a las amigas de la zona.
“Las mujeres de la feria no se interesaron, pero me comentaron de la asociación, entonces se organizó una reunión y nos juntamos mujeres que defendemos el medio ambiente y gustamos de hacer mermeladas, así empezamos a trabajar, pensando en el medio ambiente”, recordó e hizo hincapié en que “es un hermoso grupo”.
Si bien la asociación se conforma de cincuenta socios, Claudia, Verónica y Fabiana se encargan de la elaboración de los dulces, “aunque todos estamos presentes, tenemos reuniones, capacitaciones, todo el grupo está siempre atento”, confió la presidenta.
Y, por supuesto, todos ellos son vitales en la recolección de frutos, que en muchas ocasiones se donan al grupo.
Además, “tenemos una cadena formada. Cuando se hacen las mermeladas de frutos nativos, seleccionamos las semillas y se las damos a los jóvenes de la asociación, que tienen un vivero, Reverdecer, en el que trabajan con plantas nativas, maderables y frutales, además producen abonos como ‘bocashi’, caldo de ceniza, una enmienda inorgánica foliar que favorece al suelo y a las plantas, aportando macro y micronutrientes solubles fundamentales, como potasio, calcio, fósforo, sodio y magnesio, y caldo sulfocálcico, que se utiliza como insecticida y fungicida; productos que permiten un trabajo cien por ciento ecológico en las chacras”, detalló Claudia.
Las productoras reconocieron que es notoria la merma en la fruta en el correr del tiempo, “por ejemplo, guaviyú, hace años no hay en la zona. Y es una pena escuchar a los chicos decir que no conocen estas frutas, porque van desapareciendo, igual que pasa con las orquídeas y los animalitos, por eso ahora comenzamos a hacer plantaciones nuestras, plantamos cerca de las vertientes, en los potreros, en cuanto espacio encontremos disponible”, subrayó Verónica.
Por ello es de suma importancia el trabajo que llevan a cabo desde el vivero, más allá de lo gratificante que es “ver que los jóvenes defienden el medio ambiente, hacen plantines que entregan a los productores y los invitan a recapacitar, a comprender que los árboles nativos pueden convivir con otras producciones. Veo que vamos a tener una hermosa generación de aquí en adelante. La tierra es nuestro hogar y debemos cuidarla y de acá en más, debemos mejorar, no empeorar”, opinó la tesorera de la Asociación, quien entiende que “la naturaleza es tan sabia que se está regenerando, solo hay que cuidar, al lado de una planta de yerba puede nacer una pitanga, un capote, y hay que dejarlo”.
Siempre exquisitas
Si bien los dulces a base de jaboticaba, guaviroba, caraguatá, ubajay, cerella, pitanga, jacaratiá y mbocayá son las estrellas, la Asociación Civil Mujeres Soñadoras trabaja también con “Mermeladas de la Chacra”, línea para la que utilizan productos, como mamón, kinoto, maracuyá, chuchú, durazno, rosella, naranja, zanahoria, remolacha, que obtienen de productores de la zona.
Todas ellas, se comercializan en supermercados de la zona, paradores turísticos, aeropuerto de Posadas y, por supuesto, en las ferias, donde siempre están presentes, con todo el sabor de la tierra colorada, que obtienen a partir del respeto a la biodiversidad de la maravillosa selva misionera.