La herencia fue calamitosa y la crisis no hizo más que ensancharse durante estos meses de la nueva gestión. El camino hacia una recuperación será desafiante, repleto de riesgos y el punto de partida es nada menos que el subsuelo. Sin embargo, comienzan a percibirse “brotes verdes” que precisan de mucho cuidado para no volverse “crecimientos invisibles”, tales los conceptos de un expresidente que buscaba demostrar reacción frente a los fracasos.
La actividad económica, por ejemplo, exhibió en julio (última medición disponible) una leve expansión del 0,8% mensual, aunque continúa cayendo frente al registro del año pasado, al retroceder un 3,0% interanual. El dato surge de la estimación preliminar del Índice General de Actividad (IGA) que elabora la consultora Orlando J. Ferreres.
No es como para “ir a buscarla al fondo de la red”, como busca instalar el actual presidente, porque a pesar de la mejora frente a junio, cuando la medición reflejó un descenso del 4,5% interanual y del 0,4% mensual, la actividad acumula una contracción del 4,9% en los primeros siete meses del año. Sin embargo, no deja de ser un dato positivo frente a un extenso horizonte de cifras negativas.
El estudio precisó que “el nivel actual de la serie desestacionalizada se ubica 2,0% por encima del piso tocado en marzo”, mientras que destacó que “por primera vez en el año nuestro indicador contabiliza más sectores al alza que a la baja en la comparación anual, aunque la incidencia de los sectores contractivos lleva al agregado a mostrar aún cifras negativas”.
La permanencia de esta tendencia depende de lo que haga el Gobierno de aquí en más con la inflación, los salarios y las jubilaciones, rubros que decantan en la respuesta evidente: una real y efectiva reactivación del consumo.
Mientras ese aspecto no muestre signos contundentes de mejoras, seguiremos hablando de atisbos y no de movimientos concretos en este largo y difícil camino que emprende el país hacia una recuperación.