Por: Sandro Gustavo Lubaczewski
Hombre Río
Va muriendo el río
al pescador le sucede igual.
Vuelve al amanecer,
las manos vacías,
¿tus hijos qué han de comer?
¿Cómo sucedió esto?
¿Quién lo transformó en nada?
El agua se muere
su alma se apaga
las horas por pasar
salpicadas de eternas madrugadas
serán un recuerdo triste.
Una realidad
aguas vacías
lágrimas contenidas,
tus hijos no deben
verte llorar.
A un barrio lejano
te han llevado,
en la orilla tu huella
se borra.
El río se muere,
tu vida se apaga
solo queda la esencia,
el alma del hombre
y la presencia del río
nunca más se verán.
Flores
Plantaban flores
ellos las arrancaban
no querían ver
en sus rostros la felicidad.
Tantas veces las cultivaban
iguales las aplastaban.
Siguieron plantando
no se rendían
tenían toda la vida,
tampoco las flores se acabarían.
Pasado el tiempo
en su maldad
no satisfechos
se cansaron
no las sacaron más
y los jardineros
vieron las flores,
los colores,
sus sueños que nunca
por más que intentaron
no los pudieron arrancar.
El tiempo
El tiempo pasa
en tu piel
Llena el alma
con el mal o el bien.
Lleva consigo
alegrías, nostalgias,
pausadamente las hace suceder.
Es amigo de todos
si lo usamos como debe ser.
Lo de ayer quedó
tan lejos,
falta demasiado
para lo que deseamos hacer.
El tiempo tiene un reloj,
no lo podemos detener
va recorriendo distancias
y nosotros debemos ir con él.
Leña
Cortaba el hombre leña
filoso el hacha estaba
al igual que sus penas
astillas del árbol salían,
de a poco surgían como sus pesares
día tras día.
Al fuego sin remedio iría
toda esa madera,
así sería toda su vida
y después de tanto arder
en ceniza se esparciría
llevada por el viento
y de él nadie se acordaría.
Para los demás
Tu palabra empeñada
sea más fuerte
que el acero
templado al más ardiente fuego.
Tu mirada sea sincera
como el lago
de aguas apacibles y cristalinas
que al mirar dan la tranquilidad
necesarias para confiar
y contenga la frescura
de la brisa en primavera
y todos junto a ti
por la senda quieran transitar.
Sé amigo de los demás
y ellos sientan que tú
haces de lo cotidiano
algo especial,
que lo conforta
y contigo
siempre quieran estar.
Hojas
Hojas caídas
de un otoño
poco habitual
se mezclan
con las personas
en la misma dirección,
hacia el mismo final.
Sin la savia viviente
continúan igual
sin sueños,
donde ellas van
algunos las seguirán.
Han caído
no importa
otras renacerán.
El ausente no vuelve
es única su primavera
y al terminar el estío
el viento lo lleva
a ese lugar
donde no se florece jamás.