Su ingrediente activo, la curcumina, ha despertado un creciente interés en la comunidad científica por sus efectos beneficiosos en la salud humana, especialmente en la función cerebral y la memoria.
Un equipo de investigadores de Brasil y Hungría, encabezado por María José Sánchez Marín de la Facultad de Medicina de Marília (FAMEMA) en San Pablo, Brasil, realizó una revisión exhaustiva de 21 ensayos clínicos sobre los efectos de la cúrcuma en el cerebro.
Los resultados de esta investigación ofrecen descubrimientos prometedores sobre cómo la cúrcuma puede influir positivamente en trastornos relacionados con el envejecimiento.
Principales beneficios de la cúrcuma en la salud cerebral
- Mejora de la función cognitiva y protección contra la neurodegeneración
Se ha demostrado que la curcumina, presente en la cúrcuma, puede mejorar la memoria y el estado de ánimo en personas mayores saludables. Además, estudios sugieren que su consumo ayuda a reducir la acumulación de placas amiloides y ovillos de tau en el cerebro, ambos implicados en la patogénesis del Alzheimer. - Defensas antioxidantes y reducción del daño oxidativo
La cúrcuma mejora las defensas antioxidantes del cuerpo y disminuye el daño oxidativo en las mitocondrias, estructuras celulares clave en la prevención de enfermedades degenerativas. - Mejora de la función mitocondrial
La curcumina promueve la biogénesis y el funcionamiento de las mitocondrias, mientras suprime el estrés oxidativo, lo que es crucial para prevenir enfermedades relacionadas con la disfunción mitocondrial. - Prevención de la sarcopenia y la fragilidad en personas mayores
Aunque se necesitan más estudios, la cúrcuma tiene el potencial de ayudar a preservar la masa muscular y mejorar la función física en personas mayores, contribuyendo a combatir enfermedades como la sarcopenia.
Al finalizar su estudio, los investigadores subrayaron que es esencial continuar con investigaciones para entender mejor los mecanismos específicos de acción de la curcumina. Optimizar su dosificación y formulación será crucial para alcanzar su máxima eficacia terapéutica. Además, se requiere una mayor colaboración entre investigadores, médicos y la industria farmacéutica para traducir estos hallazgos en tratamientos clínicos efectivos.