Victoria Espíndola (29) es una arquitecta, escritora y creativa, nacida en San Vicente, que hace dos años decidió tomar nuevos rumbos y se mudó a Irlanda, una decisión que venía madurando desde hace muchos años.
Si bien en la Capital de la Madera quedaron sus afectos más cercanos: padres, Karina y Marcelo; sus hermanas, Agostina y Guadalupe; su abuela Mari –la abuela Coca falleció este año-, la joven está feliz por la decisión tomada.
“El proyecto de venirme surgió de la búsqueda de mejorar el idioma inglés y de conocer otras culturas. Tuve la posibilidad de viajar mucho con mi familia, mi mente nunca estuvo quieta, y me quedaba muy chica la idea de vivir un solo tipo de cultura. Amo mis costumbres, nada de esto niega lo otro, pero quería introducirme en nuevas culturas, ser más ciudadana del mundo”, manifestó durante una entrevista con Ko’ape.
Allá por 2020, cuando concluyó sus estudios en la Universidad Católica de Santa Fe, sede Posadas, se dedicó a ejercer la arquitectura durante dos años, pero “el ejercicio profesional no me terminó de llenar, exigía mucho tiempo y esfuerzo, y una cuota de pasión que en ese momento estaba flaqueando en mí”.
Contó que tenía mucha curiosidad por el arte, por la escritura, desde siempre. Pero que, además, “quería probarme a mí misma en diferentes ámbitos laborales, de hospitalidad, de creación de contenidos, y sentía que era difícil encajar la idea de haberme recibido de arquitecta y querer hacer otra cosa que no tenga que ver con mi profesión, estando en nuestra sociedad, en el pensamiento popular. Eso sumado a que muchos años antes, estando en la universidad, había contemplado la idea de hacer un intercambio para perfeccionar mi inglés. Llegue a la conclusión que era el momento indicado para irme”, explicó.
“En Dublín, que es donde estoy viviendo, se necesitan unos dos mil euros mensuales para vivir bien. Generalmente la renta de la vivienda puede ir entre unos 600 a unos 1.200 euros, depende si compartís habitación o si te inclinas por una privada”.
En pareja con Diego, de nacionalidad española, agregó que al proyecto migratorio “siempre lo vi como la oportunidad de reinventarme y de probarme. Era como tener la oportunidad de empezar totalmente de cero en una cultura distinta, donde nadie te conoce, donde no hay contactos, donde lo que vayas creando sale de tu esfuerzo y de lo que hagas día tras día, donde el idioma es diferente. Ese fue un desafío que me encantó porque siento que llegué a un nivel en el que tengo cierta fluidez en el habla y puedo entender bien el acento irlandés que es bastante complicado y rápido”.
En este país tuvo la oportunidad de explorar otros ámbitos laborales y admitió que tiene una calidad de vida tanto económica como emocional y de salud “que no cambiaría”. Aquí se desempeña como mesera, paseadora de perros, personal de limpieza. “Esta variedad me otorga la flexibilidad que busco para este momento de mi vida, para poder pagar mis cuentas, las formaciones para ser una escritora profesional y para los viajes, que es algo que me sorprende de esta experiencia. Estar cerca de todos los lugares a los que no es sencillo llegar. Y me sorprende la posibilidad que tenemos los migrantes estando en países con buena posición económica como Irlanda, de hacernos un viaje cada dos o tres meses. Es como que el concepto de dos semanas de vacaciones en verano y dos semanas de vacaciones en julio se rompe totalmente, acá es mucho más flexible”, celebró.
Expresó que, en lo laboral, Irlanda ofrece muchas oportunidades para los migrantes, y contó que su rutina comienza desde temprano, trabajando como personal de limpieza, al mediodía/tarde como paseadora. Luego asiste a clases y queda tiempo para hacer ejercicios. Pero, desde que reside allí, se alimenta de manera saludable “porque la disponibilidad de alimentos en los supermercados es increíble. Lo que facilita una dieta saludable es que los productos libres de gluten, sin lactosa o light, tienen el mismo costo que los demás productos”.
Costumbres y afectos
Para Victoria, vivir afuera “es increíble” porque las culturas y las dinámicas de vida son muy distintas, como el hecho de cenar a las 19. Si bien la experiencia es muy enriquecedora, claramente se extrañan cosas. Entre risas contó que es un poco “más feliz” desde que descubrió, hace unos meses, una panadería argentina y puede saborear medialunas o alfajores con dulce de leche de vez en cuando.
Tiene la misma sensación cuando se puede tomar un fernet durante alguna juntada o haciendo milanesas en casa.
“Hay ciertas costumbres, ciertos sabores y sensaciones que constantemente los migrantes latinos estamos tratando de recrear y de traer un poquito más cerquita a nuestra vida acá. Creo que ahí está la parte más rica de la adaptación, cuando generas esta aculturación y poder hacer que convivan tus costumbres y tus gustos latinos con las nuevas costumbres y tradiciones del país de acogida. Fusionar estos ingredientes tan distintos te dan una experiencia muy completa”, manifestó.
Trabaja en su proyecto titulado “La pastilla del día anterior”. Se trata de reflexiones personales atravesadas por música, literatura y por su proceso de migración, que la persona interesada recibe antes de comenzar la semana. “La idea es llenarte de ideas frescas, de testimonios, de diferentes formas de ver las situaciones, para inspirar”, dijo. Para poder acceder al contenido en las redes sociales, en el Instagram de @victoriadiscursiva están todos los enlaces de suscripción.
Confió que, en lo que respecta a familiares, amigos y “extrañitis”, señaló que “me encuentro entre las pocas afortunadas que recibieron visitas desde que iniciaron su proyecto migratorio. Tuve la suerte de ver a mis padres a pocos meses de haberme ido y a mis hermanas, con quienes pude compartir un viaje por Italia, Francia e Irlanda. Pude ver a una de mis mejores amigas de la infancia y a amigos de la carrera de arquitectura”. Y, como si fuera poco, tiene planes de venir a Argentina para fin de año, “después de mucho esfuerzo y ahorros”.
La emociona la idea de volver después de dos años. “Ver a mi abuela, amigos, que ya son padres o crecen con sus negocios, me emociona ver ese contraste en sus vidas. En su momento me generó conflictos pensar que estoy renunciando a muchos momentos, pero no estaba renunciando a mí. Así que es un sacrificio que vale la pena. Hay que saber que, como cualquier decisión, migrar requiere renunciar a algunas cosas, sacrificar algunas cosas en pos de otras, como el crecimiento personal, autodescubrirse, madurar”, enumeró.
Lamentó que le tocó vivir el funeral de su abuela “Coca” desde miles de kilómetros y fue algo que “nos chocó y tomó muy desprevenidos porque no estaba para irse. A fin de año quería sorprenderlas a las dos abuelas, y esa posibilidad ya me fue arrebatada. Fue difícil vivir ese duelo a la distancia. Pero también el estar lejos hizo que fuera un evento tan relevante en mi vida que me despertó. Es que venía postergando lanzarme a la escritura con compromiso, con frecuencia, con constancia, y ese suceso me recordó que la vida es corta, que es un ratito, que no sabemos hasta cuando estamos y que a los sueños hay que cumplirlos ya. Hay que trabajar para ellos ahora. Es lo único que agradezco de las situaciones y que me crearon una fortaleza y me demostraron los afectos que me rodean a pesar de la distancia, y que se acortan gracias a la tecnología”.
En lo que va de estos dos años, la misionera pudo recorrer Irlanda, España (Granada, Málaga, Barcelona, Madrid, Toledo, Valencia, Islas Canarias), donde viven sus mejores amigos. También Turquía (Estambul, Capadocia). A fines del año pasado “con mi pareja estuvimos en Suecia y comenzamos este año en Londres, Paris, Roma, Escocia. Tenemos proyectado ir a Barcelona, Mallorca, las Islas Baleares, y luego Argentina”, adelantó, entusiasmada.