Era julio pasado cuando Daniel Scioli, que de supervivencia política sabe bastante, comparó al presidente Javier Milei con el arquero de la Scaloneta, el “Dibu” Martínez: “Le toca atajar todo lo que le tiran, como el ‘Dibu’”, comparó entonces Scioli, exgobernador, excandidato presidencial y exembajador bajo el manto del peronismo, antes de llegar a la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deporte… bajo el manto de La Libertad Avanza.
Tenía razón Scioli, pero solo en el apodo, porque si hay algo que Milei demostró tanto la noche del domingo como con la presentación escrita de su Presupuesto 2025 es que dibuja garabatos que no soportan análisis.
Apenas horas después de la inédita presentación ante un Congreso semivacío, los propios funcionarios del Presidente debieron salir a aclarar que el recorte que reclamó Milei a las provincias y que dejó atónitos a los gobernadores no es el que dijo. Nada menos que sesenta mil millones de dólares, un monto al que no llegan ni todos los presupuestos provinciales juntos.
Las inconsistencias se amontonaron en el discurso conforme subió el nivel de agresión contra quienes justamente deben respaldar su Presupuesto. Pero la inverosimilitud total llegó con la presentación del proyecto y las proyecciones que plantea. Y son dudas más que razonables teniendo en cuenta la puntería que demostró, por ejemplo, el ministro Luis Caputo semanas atrás cuando aseveró ante empresarios que la inflación de agosto sería menor a la de julio y en realidad fue al revés. De hecho, para que se cumpla la proyección inflacionaria del oficialismo para este año el Índice de Precios al Consumidor debería ser de 1,2% todos los meses de aquí hasta diciembre.
Para el próximo año, el Presidente espera una inflación del 18,3%, un crecimiento del PBI del 5% y un dólar a 1.207 pesos para diciembre.
A partir de esas premisas llovieron las dudas y las críticas. “El proyecto de presupuesto defrauda desde el inicio”, sentenció un informe de la consultora Outlier, dirigida por Gabriel Caamaño Gómez, y planteó: “Además del esperable exceso de optimismo en las proyecciones macroeconómicas, la consistencia del escenario macroeconómico en sí mismo y su relación con las previsiones presupuestarias es muy baja, por no decir casi nula”.
Haroldo Montagu, actual economista jefe de Vectorial, puso el foco en el 18,3% de inflación mensual presupuestado por dos razones. Por un lado, señaló que “resulta llamativa una inflación tan baja, sobre todo teniendo en cuenta que agosto dio 4% cuando se esperaba menos y en lo que va de septiembre los primeros datos indican que como mínimo estará arriba del 3% y todavía faltan aumentos pautados en tarifas y otros servicios”. “Ya es llamativo el 104% que ponen para 2024 y aún más el 18% para 2025”, cuestionó.
El crecimiento real del PBI también quedó bajo la lupa. El Presupuesto dice que estará motorizado por la industria y el comercio, pero resulta que ambos vienen cayendo a dos dígitos interanual todos los meses.
El esquema de ingresos planteado en la iniciativa es, a todas luces, llamativo, sobre todo en lo referido a los derechos de exportación porque plantea la duplicación de la recaudación por retenciones de un año a otro, tomando como referencia los incrementos del 23% en el tipo de cambio oficial en promedio y del 9% en el valor de las ventas al extranjero de bienes y servicios.
Esas, por nombrar algunas, son las inconsistencias que plantea el Presupuesto, la llamada “ley de leyes” que siempre termina siendo el dibujo de una realidad que nunca se cumple.