El mundo asiste hoy al Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. A estas alturas de la historia es paradójico que deban asignarse días especiales a cuestiones tan elementales, pero la crisis global que se acentúa en ciertas regiones así lo amerita.
Cuando se desperdician alimentos, los recursos empleados en su producción -agua, tierra, energía, la mano de obra y el capital- se desaprovechan. En virtud de ello es que la Organización de las Naciones Unidas asignó esta jornada a la necesidad de financiación para impulsar los esfuerzos encaminados a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, contribuir al logro de los objetivos climáticos y avanzar en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
“En un mundo en el que el número de personas afectadas por el hambre ha aumentado lentamente desde 2014, y en el que cada día se pierden o desperdician toneladas y toneladas de alimentos, es fundamental reducir las pérdidas y el desperdicio. A nivel global, aproximadamente el 13% de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma el hecho de que en torno al 19% de la producción total de alimentos se desperdicia en los hogares, la restauración y el comercio al por menor”, dice la ONU.