La Asamblea General de Naciones Unidas hace un llamado a reflexionar sobre el compromiso con la paz, este año lo hizo bajo el lema: “Construir una cultura de paz”. Si bien en nuestro contexto no padecemos el conflicto armado, lo cierto es que existe en la actualidad un relato que aloja y promueve discursos individualistas y violentos como forma aparente de resolución de los conflictos, por ello, la relevancia del diálogo cobra aún más importancia.
Las divisiones políticas, las desigualdades económicas, y los enfrentamientos culturales son solo algunas de las causas que alimentan estos momentos de alta conflictividad. Basta por recorrer las calles o cualquier red social para advertir esa sensación de “sálvese quien pueda” que tensa las relaciones interpersonales con consecuencias impredecibles. En estas circunstancias, el diálogo emerge no solo como una herramienta fundamental de resolución de conflictos, sino como un pilar para la construcción de sociedades más justas y pacíficas. No se trata de una utopía, se trata de una urgencia.
El diálogo es más que una simple conversación; es un acto profundo de apertura, escucha y contacto. El diálogo dignifica, implica estar presente y nos brinda la oportunidad de volver a construir con el otro. Es con otros que cimentamos nuestra vida y nuestra cultura. Solo con el otro podemos crear los puentes que superen las barreras del miedo y la desconfianza. Este intercambio honesto y respetuoso de ideas no solo ayuda a desescalar tensiones inmediatas, sino que también contribuye a establecer relaciones más sólidas y resilientes en el largo plazo.
Tres pilares del diálogo en tiempos de vulnerabilidad:
• Reconocimiento del otro: en el arte del diálogo, reconocer al otro es fundamental. Significa ver a la otra persona no como un oponente, sino como un ser humano con experiencias, emociones y derechos. Esta legitimidad que damos al otro es clave para fomentar el respeto mutuo y para desarmar los prejuicios que a menudo alimentan los conflictos.
• Empatía y escucha activa: la empatía es una habilidad esencial en el diálogo para la cual se requiere una alta escucha. El famoso “ponerse en el lugar del otro” para entender sus preocupaciones, necesidades y emociones implica que primero debemos corrernos de nuestro lugar, es decir de nuestros prejuicios.
• Construcción de consensos: el diálogo no siempre significa que las partes llegarán a un acuerdo inmediato, pero sí puede llevar a la construcción de consensos. Identificar los puntos en común y trabajar sobre ellos para encontrar soluciones colaborativas es fundamental en momentos de alta conflictividad.
La paz es un esfuerzo colectivo. Los líderes tienen un papel crucial en la facilitación de diálogos productivos, deben guiar a las comunidades hacia la reconciliación, demostrando con el ejemplo cómo el diálogo es la herramienta para construir una paz duradera.
En este día tan especial, recordemos que la paz no es solo la ausencia de guerra, sino la presencia activa de la justicia, la igualdad y el respeto en nuestras relaciones y comunidades. Que este día sirva como un recordatorio de que todos tenemos un papel que desempeñar en la construcción de un mundo más pacífico y equitativo.
La paz se construye entre todos.
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
IG: valeria_fiore_caceres