Son las manos de las madres desde el primer segundo de vida que sostienen en ellas al bienvenido hijo/a.
Las primeras caricias son las fuentes más seguras. En ellas podrán encontrar un mundo de fortalezas, un mundo llamado amor.
Defendiendo y a la vez guiando el camino de los niños. Pasará el tiempo irreversiblemente, pero ellas seguirán guiando por el destino de cada uno.
Pasarán los años, la vida y esas manos que hoy tienen algunas arrugas siguen abrazando con amor a sus hijos, a los nietos que llegan con el mismo calor humano que recibieron sus progenitores.
Para aquellas otras manos de las madres que hoy son alas al viento por habernos dejado en su momento, pero siguen estando, jamás se fueron, y desde el cielo se extienden para continuar dándonos su calor humano. Feliz Día de la Madre.
Cristina Leites
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