Pasaron siglos y todavía hoy hablar de brujas para muchos resulta escalofriante. Ellas permanecen en el inconsciente colectivo como temerarias, aunque se haya luchado por reivindicar su imagen de muchas maneras, principalmente tomando las hojas de la historia para dar fe de su inocente presencia.
Muchos giros hubo en torno a esa figura, tantos que marean al buscar información sobre ellas, pues se mezclan tantas historias como la que cuenta que al ser perseguidas en Europa y quemadas en las hogueras, ellas lograron cruzar el océano hasta llegar a nuestras tierras. ¿Cómo lo hicieron? Algunos prefieren creer que escaparon como polizontes y otros aseguran que viajaron en sus propias escobas.
Existen escritos que hablan de que esas mujeres no eran ni feas, ni deformes, ni malas, pero en realidad nadie sabe cómo eran. Sí se puede corroborar en parte que tenían entre 40 y 50 años, aunque las hubo más jóvenes, pero esas adultas ya peinaban canas en la Edad Media.
Las más jóvenes consideradas brujas estaban relacionadas más con la vida “libertina”, quizás eran solo jóvenes alegres que molestaban a quienes no lo eran. Es que se trataba de épocas duras, de hambre, pestes y enfermedades.
Las brujas en realidad eran como las sabias de la época, pues tenían conocimientos de anatomía, botánica, sexualidad, amor y reproducción, motivos por los que fueron enviadas a la hoguera.
Sin entrar en escabrosos temas religiosos podemos ver hoy a las brujas desde otro ángulo, desde otra perspectiva. Se puede decir que una bruja es la que tiene desarrollado el sentido de la percepción, que puede conectar con la fuente divina que nos mantiene vivos y gobierna lo que nos trasciende. Este tipo de brujas son también curanderas, que continúan utilizando sus saberes a través de las bondades de la naturaleza para sanar, realizan rituales, pociones y buscan el bienestar de las personas.
Las brujas sanadoras son las chamanas, curanderas, payeseras y algún otro nombre que las defina según la cultura ancestral, pues bruja no es para ellas su nombre precisamente para deslindar toda suposición que la relacione con la conocida “brujería”, con la maldad o con ese supuesto pacto con el diablo. Hay quienes aseguran que son las mismas, esas que viajaron en sus escobas y al llegar acá cambiaron su aspecto para evitar que las reconozcan.
Lo cierto es que quienes se atribuyen la “bondad” del mundo fueron y son quienes cometieron atrocidades y las siguen cometiendo.
Ellas nada tienen que ver:Ustedes, ¿accederían a una invitación para compartir una tarde de té con esas simpáticas mujeres de la imagen? Muchas mujeres dirían que sí, otras preferirían montar una excusa para no asistir, pero en el fondo todas desean tener algún poder sobrenatural para sortear ciertas situaciones consideradas injustas.
La típica varita mágica es un arma deseada también, aunque la misma varita la manejan las Hadas Madrinas, de las “buenas”.
La maldad, las acciones o actos de maldad están en todos los seres humanos, es como el yin y el yang, el claro y el oscuro. Así como existe la bondad, así existe la maldad, solo que cada quien elige qué camino tomar.
“Yo no creo en las brujas, pero que las hay, las hay”, reza el dicho y más allá de la imagen de esa señora vestida de oscuro, con sombreros de pico, escobas, su acompañante el gato negro y la lechuza, está la mujer.
Entonces, la Noche de Brujas que es el 31 de octubre y de la cual muchos desean escapar acá en esta zona horaria, ¿puede ser una noche de alegría? Que te digan: “sos una bruja”, podrá ser bueno o malo porque la intención es la que cuenta. Si te lo dicen porque te consideran una mala persona o porque de verdad estás haciendo uso virtuoso de tu poder sanador, de tu poder como madre salvadora, defensora de sus hijos, su esposo, su hogar. Esa “fiera” en la que te conviertes para salvar a quienes amas o porque de verdad sos un ser oscuro, triste, enojón, pesimista que atrae baja energía.
Este 31, ¿cómo te verás en este mundo lleno de perjuicios y miedos?
Por Rosanna Toraglio
Periodista de
Primera Edición