Las páginas policiales de Misiones tienen casi olvidado aquel 5 de noviembre de 1994 en el que una mujer de 37 años mató de varias puñaladas y disparos a una joven de 22 luego de mantener una enardecida discusión, para finalmente quitarse la vida descerrajándose tres tiros con el mismo arma.
El hecho ocurrió alrededor de las 19 de ese día en la calle Horacio Quiroga del barrio Ñu Porá de Garupá. Allí, Gladis Beatriz Kothbauer (37) trató de impedir que Liliana Isabel Pacheco (22) retirara sus pertenencias del lugar y abandonara la casa donde se desempeñaba como empleada doméstica.
Por tal motivo, Kothbauer tomó un cuchillo de grandes dimensiones y obligó a la joven a ingresar a una habitación, amenaza que habría sido contrarrestada por la joven.
En esas circunstancias, las acciones cobraron más violencia hasta el punto que Kothbauer atacó a Pacheco con un cuchillo y alcanzó a herirla de gravedad en la zona del tórax. Luego, con extraña agresividad y saña, la mujer siguió aplicándole puñaladas hasta que finalmente se armó de un revólver calibre 22 y le disparó mortalmente en el corazón a su víctima.
Pero el salvaje suceso no terminó allí. Kothbauer, quien estaba separada desde hacía varios años y era empleada del Registro Provincial de las Personas en la Chacra 32-33 de Posadas, además de atender un kiosco dentro de su misma propiedad, se disparó hasta en tres oportunidades a sí misma (una en el cuello y dos en el corazón) para acabar con su vida.
Una menor de 15 años que había llegado al lugar acompañando a su hermana Liliana Isabel Pacheco llegó a presenciar el primer tramo de la tragedia: el diálogo entre ambas protagonistas afuera de la casa. El resto sólo pudo escucharlo, mientras esperaba que su hermana retirara sus pertenencias del lugar y se despidiera de su patrona.
En un momento dado, escuchó gritar a Liliana y se intranquilizó. Se acercó al interior de la casa y habría observado cuando Kothbauer comenzaba a manifestar una extraña actitud amenazante. Entonces corrió hacia la delegación policial existente en la entonces Garita del Kilómetro 10 en busca de ayuda.
Para cuando volvió la joven junto con los efectivos, la tragedia ya se había consumado. Los cuerpos de la joven y la dueña de casa yacían en el piso, boca abajo, muy cerca uno del otro, mientras la sangre cubría prácticamente el resto de la habitación.
La menor de las víctimas, además de presentar un disparo en el corazón, prácticamente tenía el cuerpo perforado a puñaladas. Muy cerca de ella, Kothbauer aún tenía en su mano derecha el revólver calibre 22.
Hubo otro testigo de la tragedia: un vecino frente a la casa donde todo sucedió, quien no pudo dar muchos detalles del episodio pero sí deslizó un posible móvil pasional. Es que -explicó- Pacheco vivió un largo tiempo con Kothbauer, pero la había abandonado unos días antes del hecho. “Vino a buscar unas pertenencias y a despedirse de su amiga, pero encontró la muerte”, sentenció el joven testigo en su momento.