El Parque Nacional Iguazú, reconocido mundialmente por su biodiversidad y patrimonio natural, enfrenta un nuevo y serio desafío: la reciente detección de tuberculosis bovina (Mycobacterium bovis) en animales silvestres dentro del área turística del parque por parte de investigadores del Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMeT-ANLIS), del Instituto de Biología Subtropical (IBS-UNAM-CONICET), del Instituto Misionero de Biodiversidad (IMIBIO) y del Refugio de Animales Silvestre Guirá Oga.
La situación preocupa no solo por los riesgos para la fauna, sino también por su potencial impacto en la salud humana y en la sostenibilidad del turismo en la región.
El caso inicial y el primer brote
Juan Pablo Arrabal, investigador del Instituto de Biología Subtropical de CONICET y veterinario, explicó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN que la alerta se dio hace unos meses cuando personal del parque notó a un mono debilitado. “Nos llamaron desde el Parque Nacional. Al encontrar al animal muy débil, seguimos un protocolo de fiebre amarilla, enfermedad que tuvo antecedentes en la región”, comentó. Sin embargo, el animal muere durante la revisación y al realizar la necropsia, el diagnóstico inicial fue de tuberculosis, lo que más tarde se constató en el laboratorio. Poco después, otros casos de tuberculosis aparecieron en un coatí y tres monos silvestres más en condiciones similares.
Arrabal confirmó que estos casos son los primeros registros de Mycobacterium bovis en primates y carnívoros del parque, aunque a nivel mundial se sabe que esta bacteria afecta también a diversas especies silvestres.
“Es muy difícil determinar cómo llegó la bacteria, pero es claro que el reservorio principal son los bovinos domésticos”, detalló. Añadió que esta enfermedad zoonótica no solo afecta animales, sino que es capaz de transmitirse a humanos.
Las implicancias para el turismo y la conservación
El origen de la infección y su propagación en el parque aún están en estudio, y existen múltiples vías posibles de transmisión, ya que Mycobacterium bovis puede infectar a través por vía aerógena, el contacto directo y el consumo de productos de origen animal sin pasteurizar. A pesar de la incertidumbre sobre cómo surgió la infección en el parque, el investigador aclaró que la aglomeración de animales en áreas turísticas facilita la transmisión.
“No es cualquier población de monos y coatíes, sino los que están en las zonas con mayor presencia de visitantes, donde hay oferta de alimentos y los animales están acostumbrados a la cercanía humana”, señaló Arrabal.
Por otro lado, la situación plantea un dilema en cuanto al impacto turístico. La rotación rápida de visitantes hace improbable que se registren contagios directos en humanos, pero el riesgo latente está allí. Actualmente, el Parque Nacional comenzó con reuniones para evaluar acciones, aunque aún no se implementó una restricción efectiva de áreas ni medidas definitivas para controlar el acceso de animales a zonas de comida.
Un riesgo para especies en peligro
Arrabal subrayó una consecuencia preocupante: el riesgo de que especies en peligro, como el yaguareté, se infecten.
“El yaguareté y otros carnívoros como el puma frecuentan estas áreas para cazar monos y coatíes. De esta forma, podrían estar llevándose una ‘bolsa de tuberculosis’ al interior de la selva”, advirtió, señalando que el contacto directo y el consumo de animales infectados ponen en peligro a estas especies.
Prevención y llamado a la gestión responsable
Arrabal expresó que, para reducir este tipo de brotes, es crucial implementar medidas de manejo efectivas en el parque. Durante la pandemia, cuando las áreas turísticas estuvieron desiertas, se notó una ausencia significativa de animales en las zonas críticas.
“Esto demuestra que es la oferta de comida la que los mantiene cerca de la gente”, explicó. Algunas empresas dentro del parque han implementado patios de comida cerrados, pero la medida aún no es generalizada, y muchos visitantes continúan alimentando a los animales o dejan restos de comida accesibles para ellos.
“Es fundamental que el parque nacional no se explote sin control. Las empresas y las autoridades deben invertir en patios de comida cerrados para que la fauna no tenga acceso y verificar que los visitantes respeten estas áreas”, enfatizó Arrabal.
Además, consideró crucial priorizar la salud y la conservación sobre los ingresos económicos, especialmente en un ecosistema tan sensible como el del Parque Iguazú.