Argentina es un país “carnívoro”. En los últimos diez años, el argentino promedió un consumo anual de entre 60 y 52 kilos de carne vacuna, sin contar el 2021 y 2022 cuando el país recién se estaba recuperando de la pandemia y donde el consumo per cápita bajó a 46,5 kilos.
Hace pocos días, el Gobierno nacional festejó que las exportaciones de carne vacuna están en su mejor momento de los últimos 57 años. Pero, en el mercado interno, va en picada.
Según un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), el consumo per cápita de carne vacuna en Argentina llegó a 47,2 kilos por habitante por año, marcando el nivel más bajo en 28 años.
Este promedio, correspondiente al período enero-octubre de 2024, refleja una caída del 11,2% en comparación con el mismo lapso del año anterior. La cifra lo sitúa muy por debajo de los niveles históricos, impactando significativamente en los hábitos alimenticios de la población.
El impacto de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo ha sido determinante en la caída del consumo de carne vacuna. Miguel Schiariti, presidente de CICCRA, explicó que la carne vacuna ha sido reemplazada por otras opciones como el pollo y el cerdo, más accesibles para los consumidores. Según datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el precio de la carne vacuna subió un 33% entre enero y octubre de 2024, mientras que el pollo y el cerdo experimentaron aumentos de 176% y 173% respectivamente.
A pesar de que los precios de los cortes vacunos mostraron una relativa estabilidad en octubre, con un incremento promedio del 0,4%, la demanda interna sigue debilitada. Los datos relevados por CICCRA indican que la recuperación en los ingresos de los consumidores, clave para reactivar el mercado interno, no se reflejaría hasta febrero o marzo del próximo año.
Fuente: Infobae.