Antonio Huk fue el primer intendente de Azara. Fue electo el primero de mayo de 1961 por la Unión Cívica Radical del Pueblo. El 12 de octubre de 1963 fue reelecto por la misma fuerza política. En su paso por la administración pública, nunca cobró sueldo alguno, trabajaba ad honorem. Por la mañana cumplía funciones en la Municipalidad, ocupándose de cuestiones relacionadas al bienestar de su pueblo y, a la tarde, si quedaba tiempo, continuaba con su oficio de herrero, según manifestó su hija Susana, que es la menor de cuatro hermanos: Ofelia, Ricardo y Antonia.
Explicó que su papá llegó al mundo el 4 de marzo de 1919, en el hogar conformado por Basilio Huk –nacido el 12 de enero de 1892, que vino desde Galitzia, Polonia, siendo pequeño- y María Teresa Kukuk, nacida el 12 de marzo 1898. Era el tercer hijo de once hermanos (Ana, Maria, León, Nicolás, Petrona, Emilio, Carlos, Adán, Francisca y Francisco), y cursó la escuela primaria hasta tercer grado. El 22 de mayo de 1942 se casó con Ana Haurycz. Entre tantas tareas que desarrollaba como herrero, fabricaba carros, carritos -tenía anotados un total de 76 carritos fabricados-. Además, confeccionó seis sulkys, arados, siete secadoras para yerba y un total de 64 canchadoras.
Contó que cuando su padre era intendente, el barrio en el que vivían, justo a la entrada del pueblo, carecía del servicio de agua y el terreno era muy pedregoso. Entonces, cuando llegaba el verano todos los hogares quedaban sin el vital líquido. A unos 300 metros había una vertiente a la que llamaban “el bañado”. Alrededor de esa vertiente Huk mandó a colocar un tubo de cemento y lo delimitó con un alambrado para que los animales no ensuciaran el agua porque desde ese lugar los vecinos sacaban para tomar, para cocinar. Un poco más adelante de la vertiente, construyó una pileta al ras de la tierra para que todas las señoras fueran a lavar la ropa, arrodilladas sobre unas tablas. “Es una imagen que tengo muy presente”, acotó la mujer.
Siempre buscando soluciones, durante su gestión, surgió la idea de un pozo perforado con una bomba manual. “Buscaron donde podía haber agua, contrataron a una empresa e hicieron una perforación de 116 metros. Finalmente, llegó el agua. Entonces en el bañado se seguía lavando ropa, pero el resto, en lugar de hacer 300 metros, cargando con un balde para tomar, íbamos hasta la bomba manual y traíamos agua fresquita a la casa. Era una felicidad, a cada rato queríamos ir a sacar agua de la bomba”, rememoró. Después, cuando el asfalto llegó a Azara, Vialidad le había dado la oportunidad al intendente de turno de hacer doble mano las siete cuadras del casco urbano y dejar esa bomba en el medio. “Lastimosamente el alcalde no aceptó la propuesta, sacaron la bomba y el asfalto pasó por arriba, y nos quedamos sin agua otra vez. Con el tiempo llegó la luz eléctrica, se empezaron hacer obras, pero ese pozo con la bomba quedó en el recuerdo de todos los pobladores”, manifestó Susana, al tiempo que lamentó que “nunca le hayan hecho un reconocimiento, colocado una placa, porque fue el primero”.
La frase que siempre decía: “Mejor un peso al bolsillo que un peso del bolsillo… Luego acotaba: cuando vienen con cualquier cosa, a cualquier hora, es ganancia. Es trabajar, en cambio, si salís por ahí, sacas ese peso del bolsillo. Son cosas que siempre les digo a los chicos. Creo que mis hijos se acordarán algún día”.
Mientras estuvo al frente de la comuna de Azara, se construyó el viejo puente sobre el arroyo Las Tunas, que era histórico y fue derribado con el avance de la ruta nueva. Antes de iniciarse esta obra, “le dieron a mi papá una cantidad de plata, cuando terminaron el puente hizo la rendición y le sobró dinero. Entonces juntó los documentos, las rendiciones y fue a entregar lo que sobró a Mario Losada, que terminó sorprendido porque papá le dijo ‘ésta plata no es mía. Me dieron para la obra y esto sobró’. Quiere decir que aparte de no cobrar nada era muy honesto”. La cruz mayor del cementerio local, hecha de material, también era de su autoría. “Esas son cosas que todavía nos marcan y decimos esto lo hizo papá. En la cima, hizo una cruz de chapa con PX grabado y puso un foco de linterna con un cableado hasta abajo, cuando pasaba alguien a la tardecita lo prendía o él mismo lo hacía. Entonces la cruz estaba iluminada en momento que todavía no había electricidad. Quería que se viera la cruz desde la calle. El cementerio estaba dividido, de un lado, a la mano derecha de la entrada, los descendientes de ucranianos y la izquierda los criollos y polacos. Había dos cruces mayores de madera y papá hizo la de material en el medio. Hoy todo cambió y ves a todos mezclados. Pero antes todo era muy particular, cada uno tenía su sector”, describió.
A Huk, que falleció el 25 de febrero de 1992, le gustaba viajar cuando podía, en momentos que ir a Buenos Aires en tren era toda una odisea, un acontecimiento. Allí visitaba a sus hermanos y luego, a sus hijas, ya en colectivo y después en auto, en familia. “Hoy si viajas, vas a buscar el pasaje dos semanas antes. Cuando se viajaba en tren, venías con todos los bolsos a sacar el pasaje. Si no conseguías, volvías a casa y regresabas al otro día. Era esa tranquilidad, pero además no había opción”, graficó.
Huk llegó a tener 41 ahijados. El 13 de junio es festividad de San Antonio y al llamarse Antonio, “los ahijados del pueblo querían venir a saludarlo a la madrugada porque el que primero viniera con una flor, con un feliz día padrino, le regalaba más caramelos o galletitas”. Es por eso que desde temprano desfilaban para saludar al padrino por su santo. “Se ponía muy contento. Por eso digo que lo querían mucho. Eran cosas de pueblo muy marcadas”, relató Susana.
La mayoría de los familiares, hermanos, cuñados, vivían en la chacra, y los domingos iban a misa. “A la salida pasaban por lo de Antonio y Ana para tomar mate, hablar, pasar el rato. Eran cinco o seis carritos estacionados frente a nuestra casa, llena de primos, de tíos”, contó, emocionada.
Curiosidad
El primer auto de Antonio fue un Ford T, después un Ford A, con los que también aprendió a experimentar con la mecánica. Primero estaban los carros, los carritos, después los primeros tractores, a los que había que arreglar, pero no había mecánicos. “Y como él era un curioso, quería aprender, leyendo los manuales de los autos, siempre aspiraba a más. Cuando se hizo la ruta, comenzó a pasar más gente, turistas, y no había gomería. Entonces compró las cosas y montó una. Después de la aparición de la electricidad y el asfalto, el pueblo se activó y había que buscar otra cosa. Le golpeaban las manos a las 22 o a la hora que fuera, y no decía que no. Se levantaba y trataba de solucionar los inconvenientes. En varias ocasiones hubo gente extraña de otras provincias, que se quedó en casa dos o tres días porque había que ir a buscar repuestos a Posadas. En Apóstoles no se conseguían, había pocos colectivos, entonces hasta que venían con el repuesto, a familias enteras le abría las puertas de la casa, le daba una habitación, estaban con nosotros hasta que le arreglaba el auto y podían seguir viaje”, narró.
Después se pasaban direcciones y se escribían cartas por un largo tiempo. Es que “se creaba un vínculo. Familias de Buenos Aires o de otros lugares que pernoctaban, se quedaban sorprendidas por la actitud de Don Antonio. Él le brindaba su casa, era cocinar para todos a fin que se sintieran como uno más de la familia”.
Según la hija, a Huk “le gustaba ser solidario, ayudar. Tampoco cobró pensión alguna. Falleció con 72 años y a los tres o cuatro meses llegó una carta comunicando que le habían aceptado una pensión. Nunca tuvo una obra social, en caso de necesidad, siempre le ayudábamos los hijos”.
Un capítulo aparte merece su sentido del humor. Las fiestas de fin de año era la ocasión para la reunión familiar y Huk se ingeniaba para hacer bromas. “Se había armado una caja de un viejo medidor de luz y usaba un micrófono para oficiar de periodista entre la familia y hacer las entrevistas. Le gustaba la diversión, los chicos y se disfrazaba –que es algo que heredó Susana-. En las kermeses o fiestas de los clubes para recaudar fondos para determinado objetivo, hacía empanadas rellenas de algodón, entonces cuando se acercaba a comprar alguien a quien tenía confianza, le invitaba que probara una mientras salían las verdaderas. Nunca te aburrías”, alegó entre risas.
Anotaciones
Huk tenía una abultada agenda de anotaciones, sin un orden establecido. Apuntaba datos, por ejemplo, que el 20 de enero de 1957 en Buenos Aires hubo 43 grados de calor y hubo 4 muertos. Que en Misiones hizo 42 grados de calor el 9 de diciembre de 1985, y que hubo una helada grande el 18, 19, 20 de abril de 1975. Diciembre 5, golpe de estado. Llegada del gobernador a Azara el 30 de enero del 1978, gestión Markiewicz. Argentina se hizo cargo de las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982 a las 2 horas de la madrugada. Cita el secuestro de Aramburu, el atentado al papa Juan Pablo II, volvió Perón, y secuestro y asesinato de Aldo Moro. Abrieron tumbas en el cementerio de Azara el 24 de abril de 1978, y la lista de intendentes de Misiones de 1963. La muerte de familiares y conocidos: la fecha del deceso y los años que tenía. Los precios de naftas. Los viajes que hizo a Buenos Aires. Fútbol: los campeonatos, los goles. Lo que cobraba por sus trabajos, año por año. Lo que donaba para las kermeses de la iglesia ucraniana. Los casamientos: nombre de la pareja y la fecha. Fechas de internación, de cirugía, cuando le daban el alta. La nómina de ahijados. Los hermanos, y sus fechas de nacimiento y muerte. Los presidentes hasta Fernando de la Rúa. El primer contingente de inmigrantes. Las inundaciones, entre otros tantos ítems.
Inundaciones
Susana recordó la anécdota de una gran creciente que se produjo cuando ella contaba con solo cinco o seis años. “Toda la zona de Puerto Azara quedó bajo el agua, por lo que se trajo a toda la gente a la Municipalidad y a la noche íbamos con mamá y papá para ayudar a cocinar para los damnificados, atenderlos. Había colchones de todos los tamaños, había que darles de comer. No había electricidad, era un pueblo chico, la luz vino en el 73 o 74. Estaban las dos iglesias, la Municipalidad, la plaza en el mismo lugar que ahora, el Club Juan Sobieski y el club parroquial en frente a la escuela. No había otras cosas”.
Prestigioso vecino
Azara tuvo su primer gobierno en 1903. En aquella época Misiones era Territorio Nacional, por lo que su organización política estaba regida por la Nación. Los gobiernos municipales eran elegidos por el gobernador y consistían en un órgano colegiado denominado Comisión de Fomento. El presidente de esta comisión era la máxima autoridad del pueblo.
En la década del 50 del siglo pasado, Misiones fue provincializada. Pudo dictarse su propia Constitución y tener su propia organización administrativa y de justicia. Como dato de color, el vecino Rodolfo Raczkowski fue Convencional Constituyente y tuvo una destacada labor en la redacción de la Constitución de Misiones.
Según el mandato de la Carta Magna, los municipios recientemente creados debían elegir sus autoridades. El jefe comunal con el título de intendente sería la máxima autoridad del poder Ejecutivo del pueblo, mientras que el Poder Legislativo sería ejercido por concejales que formarían un cuerpo colegiado, que en el caso de Azara sería de cinco miembros que formarían el Concejo Deliberante.
Con todo el entusiasmo, en 1961 la ciudadanía de Azara elegía por primera vez a sus representantes. El primer ciudadano de nuestro pueblo en ser honrado por sus vecinos con el cargo de intendente fue el radical Antonio Huk, vecino muy prestigioso y conocido, cuya trayectoria cargada de anécdotas es tan vasta que llenaría varios capítulos de nuestra historia, la que de a poco iremos contando junto a Ricardo, su hijo, y también conocido vecino.
En el Concejo Deliberante resultaron elegidos como los primeros legisladores de la localidad Don Miguel Rendicz, Adán Tyñuk, Rodolfo Yagusz, Juan Wohn y Marcelino Fediuk, todos vecinos de larga trayectoria. Con este hito comenzaba la historia democrática de este pueblo (reseña de Carlos Markiewicz).