Los seguidores del tango recordarán hoy aquel 26 de noviembre de 1964, día de luto para la música ciudadana. Es que se cumplen 60 años exactos de la desaparición física de “el varón del tango”, Julio Sosa.
Ese día la cancionística del Río de la Plata sufrió un golpe bajo con la pérdida de este uruguayo nacido el 2 de febrero de 1926 en Las Piedras, quien con sus comienzos azarosos en su tierra natal y sus ganas de “saltar” al corazón de la Argentina, murió trágicamente, muy joven, justo cuando empezaba a disfrutar haber conquistado definitivamente al pueblo de Buenos Aires.
Aquel 26 de noviembre de 1964, el artista se dejaba sus corta vida (38 años) en un siniestro vial a bordo de un auto deportivo con el que fue a estrellarse con un semáforo de la avenida Figueroa Alcorta, en Capital Federal.
El debut de Sosa en la avenida Corrientes fue en la “boite” Picadilly, con la orquesta de Franchini-Pontier y como ladero de otro infalible cantor como Alberto Podestá. Varios grupos orquestales contaron con su concurso, como la de Francisco Rotundo, pero se lo recuerda fundamentalmente como solista, secundado por el talentoso Leopoldo Federico.
El “varón del tango” dejó grabados más de 130 temas, que fueron indiscutidos éxitos en su voz: “El ciruja”, “Margot”, “La gayola” (último tango que brindó a sus amigos, en la cena antes de su accidente terminal), “Rencor”, “Si no me engaña el corazón”, “Nada”, “Tarde”, “Uno”, “Cambalache”, “La casita de mis viejos” y sus notables versiones de “María”, “Madame Ivonne”, “El último café” y “La cumparsita”.
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