Las pruebas Aprender han permitido consolidar una “cultura de la evaluación” en Argentina: la frecuencia se volvió más previsible y se puso el foco en lengua y matemática. Sin embargo, sigue habiendo desafíos significativos en la cobertura de las pruebas, los bajos niveles de desempeño de los estudiantes y las brechas de aprendizaje.
Los hallazgos surgen del informe “¿Qué aprendimos de Aprender?”, de Argentinos por la Educación y Educar 2050, con autoría de Alejandro Ganimian (Escuela de Educación de Harvard / Universidad de Nueva York) y Verónica Mesalles (Universidad de Nueva York), donde se repasa el desempeño de las 24 jurisdicciones argentinas en las evaluaciones educativas nacionales entre 2016 y 2023.
Avances en cobertura, desafíos en secundaria
El documento destaca que desde 2016 las pruebas Aprender se aplican todos los años, alternando entre la evaluación censal de primaria (en 6° grado) y la de secundaria (en 5° o 6° año, según la jurisdicción).
En primaria, las pruebas fueron mejorando su cobertura (es decir, el porcentaje de estudiantes evaluados), pero en secundaria, 1 de cada 4 estudiantes no participa, y ese déficit afecta la representatividad de los resultados, así como la posibilidad de hacer comparaciones en el tiempo.
Las evaluaciones muestran que persisten los bajos niveles de aprendizaje, sobre todo en matemática en secundaria, donde 8 de cada 10 estudiantes quedan por debajo de los desempeños esperados. El informe también advierte que el porcentaje de estudiantes que no logran los aprendizajes mínimos es aún más alto en las pruebas internacionales.
Al analizar los desempeños, se observa que el porcentaje de estudiantes en los niveles más bajos aumentó en casi todas las materias y años desde 2016 (excepto en lengua en el último año de secundaria).
Los porcentajes de estudiantes con bajos desempeños todavía no volvieron a los niveles prepandemia y, en varios casos, superan las cifras registradas en 2016.
Mientras tanto, el porcentaje de estudiantes que alcanza aprendizajes de excelencia es pequeño: entre 1 y 3 de cada 10 estudiantes se desempeñan en el nivel avanzado. Estas cifras han disminuido con respecto a 2016 y son mucho más bajas aún en las pruebas internacionales. En matemática, en el último año de secundaria, la mitad de las jurisdicciones argentinas no tiene estudiantes en el nivel más alto.
Hay asimetrías significativas entre el desempeño de los estudiantes más pobres y los más ricos. La brecha entre estudiantes del nivel socioeconómico más bajo y más alto es de entre 29 y 36 puntos; viene aumentando en lengua pero se redujo en matemática.
Misiones
Desde 2016, el porcentaje de estudiantes de 6º grado en Misiones que respondió las evaluaciones censales pasó de un 68,2% a un 93,2% en 2023, mostrando un crecimiento significativo en la participación.
Sin embargo, en el nivel secundario (5º/6º año), la cobertura disminuyó levemente del 81,5% en 2016 al 79,3% en 2022, evidenciando la necesidad de ampliar el alcance de estas evaluaciones.
Matemática, la gran deuda educativa
Los resultados académicos, sin embargo, siguen siendo preocupantes. En matemáticas, más de la mitad de los estudiantes de primaria (53,1%) y casi nueve de cada diez en secundaria (90,5%) no logran alcanzar los niveles mínimos de desempeño. Esta situación crítica contrasta con los avances en cobertura y subraya la urgencia de trabajar en estrategias para mejorar los aprendizajes en esta área clave.
En lengua, los resultados son algo más alentadores pero siguen mostrando desafíos. En 6º grado, un 38,1% de los estudiantes de Misiones se encuentra en los niveles más bajos de desempeño, mientras que en secundaria la cifra asciende al 49,4%. Estas cifras reflejan una leve mejoría respecto de 2016, pero están lejos de los estándares necesarios para garantizar una educación inclusiva y de calidad.
Desigualdades que profundizan la brecha educativa
El informe también subraya las brechas socioeconómicas como uno de los mayores obstáculos para alcanzar la equidad educativa. En Misiones, las diferencias entre estudiantes de sectores vulnerables y aquellos de contextos más favorecidos son alarmantes, especialmente en secundaria. Esta desigualdad se manifiesta tanto en el acceso como en la calidad de los aprendizajes.