Este sábado la Fundación Tupá Rendá, que alberga a varones menores judicializados, realizó la mudanza a su nuevo hogar ubicado en la calle Ayacucho, entre San Martín y Sarmiento, en Posadas. En medio de cajas y esfuerzos compartidos, Neni Valdez, presidenta de la fundación, compartió los detalles que marcaron este proceso y nos mostró el lugar.
Según Valdez, el mayor obstáculo fue la resistencia de algunos propietarios. “Ha sido una tarea bastante titánica, visitamos muchas casas. Cuando los propietarios sabían que era para un albergue de niños, se abortaba cualquier tipo de negociación. Finalmente, encontramos esta casa, que consideramos factible de alquilar. Con la ayuda del Estado y de la sociedad, estamos logrando instalarnos”, relató.
La nueva ubicación tiene ventajas importantes: “Estamos a solo tres o cuatro cuadras del hogar de niñas, lo que facilita mucho la logística. Además, la Escuela 43 está a tres cuadras, así que los chicos podrán ir caminando. Las adolescentes que asisten a la secundaria también tienen líneas de colectivo muy cerca”, destacó Valdez.
La casa, aunque antigua, ofrece un entorno adecuado para los niños. “Tiene techos altos, lo que la hace fresca, y el techo no tiene goteras. Además, cuenta con un patio amplio y un espacio verde que los chicos no tenían en el hogar de Villa Sarita”, explicó. Sin embargo, también enfrenta retos: “Nuestro mayor desafío es reparar un muro que está apuntalado. Es un peligro, sobre todo para los niños que son inquietos”.
Por ahora, el cupo está limitado a 10 menores. “Actualmente hay seis, pero una vez que estemos instalados, podremos completar el cupo”, confirmó Valdez.
Respecto de la mudanza, sostuvo que tuvieron algunos contratiempos pero gracias a la colaboración de los integrantes de la fundación y el Estado pudieron concretarla. “Hoy estamos haciendo la mudanza con la ayuda de muchas personas. Aunque contratamos personal, varios no aparecieron, así que estamos nosotras, ‘las viejitas’, cargando cajas como podemos. La sociedad ha sido increíble: publicamos en los grupos y de inmediato conseguimos un camión, changarines y gente ofreciendo sus autos”, expresó emocionada.
Con el fin de año cerca, la fundación enfrenta nuevas metas. “Con la mudanza vienen muchos gastos: comisión, escribano, limpieza, etc. Por eso organizamos ventas de usados y estamos planeando otra edición el 17 y 18 de diciembre. Esperamos la colaboración de la comunidad para recaudar fondos y cubrir las fiestas y enero, que suele ser un mes difícil”, explicó Valdez.
Al hacer un balance del año, Valdez reflexionó sobre los momentos complicados que enfrentaron: “Al principio, estábamos en duda entre cerrar o continuar. Fue como remar en dulce de leche espeso. Pero gracias a la ayuda de los cuidadores y de la comunidad, pudimos avanzar. A pesar de todo, sentimos que hay una luz al final del camino”.
La Fundación Tupá Rendá sigue firme en su misión, brindando un espacio seguro y acogedor para los menores que lo necesitan, un esfuerzo que se nutre del compromiso colectivo de la sociedad.