¿Recuerda los carros en el patio? Toda la familia iba en carro a la iglesia. Muy tempranito se los veía por los campos helados o entre la polvareda y el sol veraniego. ¡Qué épocas! Toda la familia y algún vecino cabían en el rústico vehículo de tablas cinchado por caballos. Quizás no haya nada especial en este detalle, pero lo hay, porque tiene que ver con nuestra gente, nuestros abuelos, tiene que ver con el sacrificio que costaba asistir a los cultos. De esta manera Andrea Marchak quiso reflejar la presencia de la Iglesia Evangélica Congregacional de Montecarlo, institución que se desarrolla con la colaboración “de muchas bellas personas y pastores que, con dedicación, siguen apostando a los valores y fe cristianos a partir de personas visionarias que creyeron que todo es posible si se cree”.
La autora, nacida en Montecarlo, sostuvo que “aunque la vida ya se los ha llevado, siguen presentes con lo que iniciaron, seguros de que continuaría creciendo y fortaleciéndose para formar parte de una comunidad llena de historias tan interesantes e impactantes que hacen de ella un lugar especial”.
Llamó a no olvidar “que las congregaciones estaban constituidas básicamente por gente del campo. A pesar de todas las adversidades, la familia toda concurría para escuchar al Señor y rendirle adoración. Ni el sol, ni la lluvia, ni el frío podían apagar esa necesidad”.
Transcurría 1954, en el frío mes de junio, arriba a Montecarlo, proveniente de Oberá, el primer miembro de la Iglesia Evangélica Congregacional Argentina, denominación que había iniciado en la década de 1920 en la Aldea San Antonio, Entre Ríos, Don Berthold Schvartz, de profesión sastre. Ese mismo año contrajo matrimonio con Elsa Kopp, eligiendo a Montecarlo como localidad para establecer su hogar. Para entonces, no había un espacio donde poder congregarse perteneciente a su fe. El hombre necesita del alimento del Señor, por ello la pareja ve la necesidad de un espacio físico para reunirse. Entre 1959 y 1960, el pastor Santiago Müller, radicado en Valle Hermoso (Eldorado) comienza a celebrar cultos en la colonia Itacuruzú, en el hogar de la familia de Gustavo Wendland. Con el objetivo de dar a conocer la Palabra de Dios, deciden realizar allí la primera campaña evangelística a fines de diciembre de 1962 en el galpón de la familia de Ernesto Martin, presidida por el pastor evangelista Gustavo Menke.
En 1965 llega un nuevo pastor, Conrado Scheffer a la zona norte de Misiones, continuando con las reuniones en Itacuruzú. Pero, a partir de 1971, en el hogar de la familia de Ernesto Martin, que posteriormente se mudan a Montecarlo y también el lugar de cultos. El pastor, teniendo una visión de mayor desarrollo y proyección de futuro, propone a Berthold Schvartz y Ernesto Martin comprar un terreno en Montecarlo, que se materializa, con el aporte de las familias, el 20 de octubre de 1972.
Ya para 1977, las actividades en Montecarlo no podían desarrollarse ya que su pastor se encontraba con licencia, para lo que, los miembros de la pequeña congregación debían trasladarse a Eldorado donde contaban, para entonces, con un lugar de reuniones concretado en 1974. Cuatro años más tarde se nombra al pastor Samuel Heidel, quien reinicia las actividades en esta localidad. El 18 de noviembre pasa a ser un gran día festivo porque se celebra la extracción de la primera palada de tierra para el inicio de la construcción del tan ansiado templo en Montecarlo. La obra avanzaba a pasos agigantados a pesar de que la congregación estaba integrada por dos familias únicamente.
A partir de entonces, todas las actividades de la congregación se realizan en el templo en construcción. Tanto entusiasmo puesto de manifiesto a través de distintos trabajos que las familias iban realizando para mejorar el aspecto del templo, pero que el 15 de enero de 1982 se vio empañado, cuando uno de sus miembros fundadores, don Ernesto Martin, sufrió un accidente laboral. Al parecer no era de gravedad, pero terminó con su vida diez días más tarde. A pesar de la tristeza de la congregación, pudieron seguir trabajando con la mirada puesta en Dios y la fe que sostenía sus convicciones.
Los pastores fueron sucediéndose a través de los años, y el 4 de julio de 1989, la congregación celebra su primera asamblea y elije una primera comisión directiva, siendo su presidente Don Berthold Schvartz, “Don Bertoldo” como todos lo conocían, y se establece el domingo 1 de octubre de ese mismo año como fecha para la inauguración del templo.
El domingo 31 de mayo de 1981 fue un día muy importante, celebrándose en el templo la colocación de la Piedra Fundamental de esta Casa de Dios, que consistía en la construcción de una caja de mampostería, ubicada como base del altar, en la que se colocaba de manera protegida un ejemplar de las Sagradas Escrituras, un himnario y el estatuto de la institución, todo presidido por el pastor Samuel Heidel, los pastores Conrado Scheffer y Teodoro Stricker. En la ocasión se contó con la presencia de concurrentes de muchos lugares de la provincia.
La fiesta de inauguración fue todo un acontecimiento de emocionante alegría compartida también por otras congregaciones religiosas de Montecarlo a través de sus saludos epistolares.
La vida continúa reflejando en la congregación, vivencias maravillosas y otras no tanto, en las que pasa a ser una gran familia de esa más pequeña que forma parte de su membresía. Tal es así que las alegrías se multiplican, y las tristezas al ser compartidas, se tornan más livianas. Para entonces, en el misterioso actuar de Dios, uno de los pilares de la congregación, se va, el motor de nuestras reuniones que, con sus 67 años y apenas segundo grado, siempre tenía algo para leer y animar a los hermanos de la fe.
Transitando el mes de julio del año 1997, declinando el día 28, parte de esta vida para morar más allá del sol, don Berthold Schvartz, y otra vez la congregación debe entender cuando Dios se lleva a sus mejores soldados porque la fe nos pone a prueba; pero ahora contando con muchas familias que fueron añadiéndose con el transcurrir del tiempo. Supo continuar el legado de sus fundadores que abrazaron la gran misión dada por Dios “Vayan y prediquen el Evangelio a todos, el que creyere y fuere bautizado será salvo, pero el que no creyere será condenado”.
La Iglesia Evangélica Congregacional de Montecarlo sigue presente en la localidad, aportando su granito de arena para el cultivo de los valores espirituales plasmados en el Libro Sagrado a través de la Escuela Bíblica para los niños, reuniones de jóvenes, sus cultos abiertos a toda la comunidad que aunque pueda verse un pequeño templo en el barrio San Marcos acompañado de otras edificaciones que se fueron logrando, posee un gran corazón que espera a todo aquél que desee “habitar al abrigo del Altísimo”.
Por Andrea Isabel Marchak – Agrupación Fundadores