Mirando la forma en que vivimos y nos comportamos con los demás vemos que está profundamente influenciada por nuestras emociones.
Cada día de nuestra vida nuestro ser está invadido por emociones como la alegría, tristeza, enojo, miedo. Estas emociones no solo afectan nuestro estado de ánimo, sino que también moldean nuestras reacciones y decisiones. Cuando nos sentimos bien tendemos a ser más amables y pacientes, creando un ambiente positivo a nuestro alrededor. Sin embargo, en momentos de estrés o desánimo nuestra actitud puede volverse más defensiva o agresiva, afectando nuestras relaciones.
La empatía juega un papel crucial en nuestras relaciones. Ser capaces de ponernos en el lugar del otro nos ayuda a construir puentes en lugar de muros. Un simple gesto de comprensión puede transformar un conflicto en una oportunidad de diálogo.
Por otro lado, la falta de comunicación emocional puede llevar al aislamiento y a malentendidos, generando una distancia que, en ocasiones, parece insalvable.
Nuestra historia personal y el entorno en el que crecimos también influyen en nuestra manera de relacionarnos. Aprendemos patrones de comportamiento que, si bien pueden habernos servido en el pasado, a veces se vuelven obstáculos en nuestras relaciones actuales.
Reflexionar sobre nuestras emociones y cómo estas afectan nuestro comportamiento es esencial para crecer y mejorar nuestras conexiones con los demás. Al final, el camino hacia relaciones más saludables y significativas comienza con la autoconciencia y la voluntad de cambiar.
Hoy podés detenerte un rato, observar tu vida, ¿cómo te estás sintiendo con los otros? ¿Sentís que tenés relaciones sanas? O ¿son un campo de batalla? ¿Cómo te sentís con eso? Respira, date tiempo para sentir y así podés elegir, abrazar lo que te hace bien y alejarte de lo que no. Para así elegir conscientemente qué tipo de relaciones queremos en nuestra vida. Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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