El exdictador chileno Augusto Pinochet, quien gobernó a sangre y fuego ese país entre 1973 y 1990, falleció a los 91 años el 10 de diciembre de 2006, a causa de un infarto agudo de miocardio y un edema pulmonar.
Augusto José Ramón Pinochet Ugarte había nacido el 25 de noviembre de 1915 en Valparaíso.
El 23 de agosto de 1973, fue designado por el presidente Salvador Allende como comandante en jefe del Ejército de Chile.
Aunque nunca tuvo una actuación sobresaliente en su carrera militar, se consideraba que pertenecía al bando de los “leales” y por eso su antecesor, el general Carlos Prats, quien renunció al Ejército para desempeñarse como ministro del Interior, lo recomendó para sucederlo.
Su “agradecimiento” o “retribución” tanto a Prats como a Allende fue dirigir contra ellos un golpe de estado apenas 19 días más tarde, el 11 de septiembre, amparándose en la crisis política, económica y social que atravesaba el país.
Derrocó así al gobierno democrático de la coalición de partidos políticos de izquierda denominada Unidad Popular, y desde ese momento gobernó el país, primero como presidente de la Junta Militar de Gobierno y luego como Jefe Supremo de la Nación desde el 27 de junio de 1974. El 16 de diciembre de ese año asumió como presidente de la República, cargo que fue ratificado tras un cuestionado plebiscito y la promulgación de una nueva Constitución en 1980.
Pinochet confiaría años más tarde a una de sus biógrafas, la periodista María Eugenia Oyarzún, que el
golpe lo preparaba en secreto desde un año antes.
Durante su gobierno no sólo persiguió y asesinó a sus opositores tanto dentro como fuera de Chile, sino que también encabezó el “Plan Cóndor” contra el comunismo en América, dirigido por Estados Unidos, y colaboró con Gran Bretaña durante la Guerra de Malvinas, proporcionando información y logística a las fuerzas británicas.
En 1988, ante el creciente descontento popular pero convencido de que seguía manteniendo un apoyo mayoritario, aceptó poner en juego la continuidad de su régimen a través de un plebiscito. Las urnas terminaron sorprendiéndolo (a él y a muchos) y terminó entregando el poder en 1990.
Durante muchos años disfrutó del cargo de Senador en Chile (que es automático y vitalicio para todos los expresidentes del país), aunque posteriormente debió exiliarse en Gran Bretaña, que le otorgó asilo político cuando estaba ya acorralado por la gran cantidad de causas judiciales que se le fueron abriendo por delitos de lesa humanidad.
Sin embargo, su fallecimiento el 10 de diciembre de 2006 -justo en coincidencia con el Día Internacional de los Derechos Humanos– impidió que recibiera en vida ni una sola condena definitiva en las más de 300 querellas en su contra que acumulaban los tribunales por violaciones a los derechos humanos y enriquecimiento ilícito durante su régimen.