Sergio “Oveja” Hernández y una visita de lujo. El exentrenador de la Selección Argentina, multicampeón de clubes y bronce con el equipo nacional en Beijing 2008, inició ayer el campus que lleva adelante el Club Tokio en el marco del aniversario por los 75 años de vida institucional.
Ante chicos de todas las edades, el oriundo de Bahía Blanca disfrutó de la primera jornada junto al semillero y, en un parate, habló con EL DEPORTIVO sobre su presencia y los valores que busca transmitir.
Sergio… ¿tu primera vez en Misiones?
No, no, vine varias veces, aunque menos de las que me hubiese gustado. La primera vez fue en 1984, después me tocó venir a jugar contra Luz y Fuerza. Y posteriormente estuve acá con varias clínicas y otras tantas charlas.
¿Cómo surgió esta presencia en Posadas?
La gente de Tokio, en su cumpleaños 75, tuvo la idea de traer el campus acá. Y es una alegría y un orgullo que hayan pensando en nosotros. Pudimos venir con casi todo el staff. Participar de este acontecimiento es una maravilla.
¿Qué te encontraste en esta primera jornada?
En los campus hay todo tipo de niveles, está el chico que recién empieza y el que es un crack. Y lo bueno es que todos vienen a aprender, entonces los chicos más avanzados ayudan a los que tienen menos desarrollo. Se vive una comunión muy especial y yo la paso realmente muy bien.

Hay mucha ilusión por parte de los chicos… vos sos del interior y sabés que el camino al más alto nivel no es sencillo.. ¿qué les decís a los chicos?
Trato siempre de tener mucho cuidado con esas cosas, porque alimentar la ilusión de tener como único objetivo la llegada al profesionalismo… hay que tener mucho cuidado… El deporte tiene que ser una herramienta de educación y desarrollo a nivel general. Y yo trato de que se entienda eso, que los chicos vean que tienen la bendición de poder hacer deporte, porque en este y muchos otros países, no todos pueden hacerlo.
Lamentablemente el deporte no es un derecho sino una opción para pocos. Te asombra saber que los chicos de 13 años que hacen deporte federado están por debajo del 10 por ciento en nuestro país. Entonces, ya que tienen esa suerte, que lo aprovechen como una herramienta para la vida.
Es buscar ese equilibrio…
Es aprovechar al deporte como una herramienta. Y les digo que hagan lo máximo para encontrar su mejor versión como jugador. Y si les da para ser jugadores profesionales, genial. Y si no, que el deporte sea una escuela, un aprendizaje de valores en comportamiento, roles, respeto, altruismo… Son pocas las actividades que permiten transmitir ese tipo de cuestiones.
Y que las expectativas sean otras…
Claro… es que no hay que poner las expectativas en que lleguen a ser profesionales o a la Selección Argentina, porque eso es peligroso. Si llegan, genial… y si no, que sean buenos comerciantes, buenos abogados, buenos streamers, ahora que está de moda (se ríe)… lo importante pasa por otro lado, no solo se trata de convertirse en Manu Ginóbili.
¿Te preguntan los chicos por Scola, Ginóbili, Nocioni?
(Se ríe). Sí sí, todo el tiempo, aunque debo decir que cada vez menos. Y es que hay chicos de 9, 10, 11 o 12 años que ya no tienen tanta idea. Saben que existió Ginóbili, que hubo una Generación Dorada, pero hoy ya te preguntan más por Campazzo o Laprovíttola, más por los jugadores de esa generación.

¿Qué mirada se tiene sobre el básquetbol de Misiones a nivel nacional?
Sin dudas, “Finito” Gehrmann es el emblema. De hecho, tengo amigos de mi edad o un poquito más grandes que ponen a “Finito” como candidato al mejor jugador de la historia del básquetbol argentino. Obvio que después vino Ginóbili y “arruinó” todo eso (se ríe)… pero cuando hablamos de “Finito”, hablamos de un súper crack, de un distinto para la época.
A mí me tocó dirigir en Brasil y todavía se lo recuerda como una leyenda tras su paso por Palmeiras. Y después en el recuerdo me aparecen apellidos como Magri, Merenda, el propio Santa Cruz, que me lo encontré acá trabajando en el club. Seguro me olvido muchos más, pero sin dudas, el básquetbol de Misiones se respeta y admira a nivel país.
¿Habrá encuentro con “Finito” antes de irte?
Tengo la enorme suerte de contar con su amistad, así que espero verlo antes de irme, de tomarme un café con él. Y si no viene, le pongo un ausente grande como una casa (se ríe).