En la huerta, las hojas secas que caen de los árboles tienen un potencial oculto. A través de un proceso sencillo, estas hojas se transforman en abono orgánico rico en nutrientes, ideal para mejorar la calidad de los suelos y potenciar el crecimiento de las plantas. Este método, económico y amigable con el medio ambiente, permite aprovechar al máximo los recursos naturales disponibles.
Las hojas secas son una fuente inagotable de materia orgánica fibrosa, vital para mejorar el suelo. Durante su crecimiento, los árboles absorben minerales del suelo que, en parte, se almacenan en sus hojas. Cuando estas caen, constituyen un excelente insumo para elaborar compost. Este abono es especialmente útil para airear suelos arcillosos, debido a que mejora su estructura y evita que se compacten, evitar la desecación en suelos arenosos, porque ayuda a retener la humedad por más tiempo, crear una capa protectora para las plantas actuando como un “acolchado vivo” y aumentar la fertilidad del suelo enriqueciendo el terreno con nutrientes esenciales.
Además, su preparación es sencilla y se adapta a los recursos que tengas disponibles.
Materiales
El proceso de elaboración de este abono se centra en la fermentación de las hojas secas para liberar sus nutrientes.
Para ello es necesario contar con las hojas secas, en lo posible es mejor recolectarlas de diferentes tipos de árboles, evitando las de eucalipto y pino, ya que sus compuestos pueden ser perjudiciales para algunas plantas.
Se puede usar agua de lluvia, de estanque o agua del grifo reposada durante al menos dos días para eliminar el cloro.
Por otra parte, se necesitará de un recipiente amplio donde realizar la mezcla, un palo de madera para remover la mezcla diariamente, unos guantes para evitar el contacto directo con insectos o residuos, un trapo y embudo para filtrar el abono líquido al final del proceso y un pulverizador (opcional), para aplicar el abono foliarmente.
Pasos para elaborar
Primero hay que realizar la recolección de hojas. Se recomienda usar guantes para protegerse mientras se recogen las hojas. Es mejor optar por una variedad de especies para enriquecer el compost, evitando, como se mencionó, las de eucalipto y pino.
Luego hay que preparar el agua. Si se emplea agua del grifo, es necesario dejarla reposar al menos dos días. Esto permitirá que el cloro se evapore. El agua de lluvia o de estanque es ideal por su contenido natural de nutrientes.
Posteriormente hay que remojar las hojas. Para este paso hay que llenar el recipiente elegido con las hojas recolectadas y cubrirlas completamente con agua. Luego, se coloca el recipiente en un lugar sombreado y, de preferencia, no taparlo para permitir la circulación de aire.
Para la fermentación, hay que remover la mezcla diariamente con el palo de madera. Esto asegura una correcta oxigenación y distribución de los nutrientes. Se debe dejar macerar por siete días, tiempo suficiente para que las hojas liberen sus compuestos beneficiosos.
Finalmente hay que proceder al filtrado del abono líquido. Una vez transcurrida la semana, se debe filtrar la mezcla utilizando un trapo y un embudo. El líquido resultante será el abono orgánico. Las hojas filtradas aún contienen materia útil, por lo que pueden añadirse a la pila de compost para continuar su descomposición.
Aplicación del abono
Para aplicar el abono se puede optar por un riego directo, utilizando el líquido para regar la base de las plantas, potenciando la fertilidad del suelo.
También se puede optar por una aplicación foliar, colocando el abono en un pulverizador y rociando sobre las hojas de las plantas en horas de baja intensidad solar, como temprano en la mañana o al atardecer, para evitar quemaduras.
Este abono puede aplicarse de forma frecuente sin riesgo de dañar las plantas, ya que su composición es suave y equilibrada.
Además de la técnica de fermentación, las hojas secas pueden utilizarse de otras maneras para enriquecer el suelo, como por ejemplo, acondicionando la tierra. Para esto se coloca las hojas en bolsas herméticas, humedecidas ligeramente, para luego perforar pequeños agujeros que permitirán la entrada de aire.
Con este método es necesario revisarlas regularmente para asegurarse de que mantengan la humedad adecuada. Este método produce un material ideal como acolchado para frutales o como sustrato para macetas.
También se puede mejorar el compost triturando las hojas antes de añadirlas a la pila de compost. Aunque no es obligatorio triturarlas, este paso acelera el proceso de descomposición y facilita su integración con otros materiales orgánicos como restos de cocina o césped cortado.
Un método sostenible
Preparar abono con hojas secas es una práctica sostenible que reduce el desperdicio orgánico y promueve la salud del suelo. Al reciclar un recurso tan común como las hojas caídas, se contribuye a un manejo más responsable del entorno y se obtienen resultados visibles en el huerto o jardín. Transformar hojas secas en abono líquido o material para compost es más que una solución ecológica, es una forma de devolverle a la tierra parte de lo que nos da, mientras mejoramos el rendimiento de nuestras plantas.