En el Hospital Escuela Dr. Ramón Madariaga de Posadas, la música ha encontrado un espacio especial en el proceso de rehabilitación. Desde agosto de este año, el Taller de Estimulación Musical reúne a pacientes con daño cerebral adquirido y a sus familiares, brindándoles una oportunidad única para conectar, sanar y mejorar su calidad de vida a través del arte.
Un equipo interdisciplinario detrás de la idea
El proyecto fue impulsado por el Servicio de Rehabilitación del hospital, donde profesionales como Marcela Paredes, licenciada en psicopedagogía, trabajan diariamente con pacientes que enfrentan secuelas de ACV, traumatismos de cráneo y enfermedades neurodegenerativas. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN Marcela explicó: “En nuestro servicio tratamos a pacientes con daño cerebral adquirido, quienes pasan de una etapa aguda a una de rehabilitación. En este contexto, llevamos adelante talleres de estimulación cognitiva y neurolingüística . Hace tres años comenzamos a presentar a fin de año actividades creativas por el Día de la Discapacidad, pero este año sumamos algo especial: un taller de estimulación cognitiva a través de la música”.
El taller nació gracias a la colaboración con la Fundación Grillos, encabezada por la licenciada Marilé Vendrell , quien gestionó la participación de dos profesoras de música: Lucía Santilli y Soledad Colella. Según Paredes, la contribución fue esencial:
“Gracias a la Fundación Grillos contamos con estos profesionales que, de manera voluntaria, nos brindaron su tiempo y conocimientos. En principio queríamos formar un coro, pero el taller se convirtió en algo mucho más amplio, abarcando la estimulación cognitiva, social y afectiva de nuestros pacientes”.
La música como vehículo de transformación
Lucía Santilli, licenciada en composición musical y una de las docentes del taller, recordó cómo llegó al proyecto:
“En agosto, después del receso, Marilé Vendrel, de la Fundación Grillos, nos propuso a Soledad Colella y a mí dar este taller en el hospital. Aunque ninguna de las dos veníamos del ámbito de la salud, aceptamos el desafío. Fue una experiencia muy emocionante”.
Santilli describió las actividades realizadas: “Trabajamos con percusión corporal, aprendimos letras de canciones y recordamos clásicos como ‘La bamba’ y ‘La zamba de la luna tucumana’. La música permitió que los pacientes conectaran con recuerdos, habilidades y emociones. Verlos cantar, a pesar de sus dificultades, fue muy gratificante”.
El impacto del taller es notable no solo en los pacientes, sino también en sus familias, quienes también participan en las sesiones. Según Paredes:
“El taller se realiza los martes de 18.30 a 19.30 en el salón del hospital. La música estimula todas las funciones cognitivas, como la memoria, la atención y la capacidad de resolver problemas. Además, fomenta la interacción social y fortalece los vínculos entre los participantes”.
Beneficios que trascienden lo cognitivo
Para los profesionales involucrados, los logros van más allá de las habilidades técnicas. Santilli destacó que “hay pacientes que al inicio estaban en silla de ruedas y ahora caminan. Otros que no hablaban y ahora cantan. Es impresionante cómo la música les permite expresarse y avanzar en su rehabilitación. Más allá de lo profesional, este trabajo es muy valioso desde lo humano”.
Por su parte, Paredes subrayó la importancia de este tipo de enfoques interdisciplinarios: “Aunque yo no soy música, vi cómo este taller genera resultados que no logramos con otras actividades. La música activa áreas del cerebro que otras técnicas no alcanzan. Además, fomenta la solidaridad y el trabajo grupal. Es emocionante ver cómo pacientes con afasias logran cantar cuando las palabras no les salen en una conversación”.

Una comunidad que crece
El taller reunió a un grupo diverso, con edades que van desde los 30 hasta los 70 años, abarcando personas con distintas condiciones, como secuelas de traumatismos de cráneo, Parkinson o ACV. Actualmente participan alrededor de 40 pacientes junto con sus familiares.
Santilli reflexionó sobre lo aprendido: “Trabajar aquí me cambió. Ver la gratitud y la alegría de los pacientes es impagable. Ojalá este proyecto siga creciendo y se sostenga el próximo año. La música tiene un poder transformador que no deja de sorprenderme”.
Para Marcela Paredes, este es solo el comienzo: “Esperamos que este taller se convierta en una actividad permanente. Los beneficios son inmensos y la música nos sigue demostrando su capacidad de sanar, conectar y transformar vidas”.
Este proyecto es una muestra del impacto que el trabajo interdisciplinario y la voluntad colectiva pueden tener en la comunidad. Un ejemplo de cómo la música, más allá de ser arte, puede ser un motor de transformación y esperanza.