Estamos mal, pero vamos bien. Esa parece ser la consigna (no abiertamente declarada, pero implícita) del primer año de gestión económica de Javier Milei al frente del país.
El nuevo dato que intenta sostener ese argumento es un informe del Instituto de Estudios de Consumo Masivo (INDECOM) que reveló ayer que los precios de la canasta navideña aumentaron un 80% en promedio (y con “picos” de hasta el 120%) frente al fin del año pasado, pero la proporción de suba con respecto a 12 meses atrás se redujo en un 27%.
De esta manera, la canasta navideña alcanza un costo total de $18.746,30 en 2024, frente a los $10.300 registrados en el mismo período de 2023. Los productos que registraron mayores incrementos son el pan dulce con frutas (un 121,47%), el turrón (99,52%), y el budín de chips de chocolate (74,05%).
Sin embargo, la entidad sostuvo que “la adquisición de cajas navideñas, que agrupan productos tradicionales en diferentes presentaciones, ha emergido este año como una alternativa de consumo más accesible”, teniendo en cuenta que “este año muestra un alza de un 27,1% menos que la registrada durante el mismo período entre 2022 y 2023, cuando el incremento promedio ponderado se ubicó en un 107%”.
No obstante, el INDECOM también adelantó que “observando los aumentos y siguiendo las costumbres de los últimos años, en los próximos días volverán a observarse compras más reducidas, con un crecimiento en el consumo de segundas marcas”.
Es que no: no es buena noticia que la canasta navideña cueste un 80% más caro que hace un año, por más que el escenario pudiera haber sido peor. El argentino sigue entrampado en el dilema entre lo deseable y lo posible, y el único matiz que convierte este dato en un “triunfo” y no un fracaso es que el Gobierno todavía disfruta de un moderado “viento de cola”. Pero si el clima cambia (y un año electoral suele ser caldo de cultivo para este tipo de “ciclogénesis”), dentro de 12 meses bien podríamos encontrarnos con números similares interpretados de forma opuesta.