El sueño de convertirse en propietarios finalmente se hizo realidad para 600 familias de los barrios 005, 20 de Junio, Evita y Sagrada Familia, en Leandro N. Alem. El pasado jueves, en una emotiva ceremonia en el auditorio del ITEC Alem, los vecinos recibieron sus boletos de compraventa, un primer paso clave para regularizar sus títulos de propiedad después de décadas de habitar de manera irregular en sus terrenos.
El intendente Matías Sebely destacó que este avance forma parte de un ambicioso plan de regularización de tierras municipales. “Se trata de devolver la dignidad a las personas y garantizarles el derecho de ser propietarios de sus hogares”, expresó el jefe comunal. Para muchos beneficiarios, este logro pone fin a más de 40 años de incertidumbre y precariedad.
Durante décadas, la falta de títulos de propiedad dejó a numerosas familias en una situación vulnerable, dependiendo de comodatos otorgados por la Municipalidad que, en muchos casos, solo eran válidos por el tiempo que duraba el mandato del intendente en turno. Este sistema no solo generaba inseguridad jurídica, sino que también funcionaba como una herramienta política, convirtiendo a los vecinos en “rehenes” de los dirigentes de turno, según explicó Sebely.
“Prometí en mi campaña que terminaríamos con este sistema injusto, porque todos merecen vivir con la tranquilidad de saber que sus tierras son suyas. Hoy cumplimos con esa promesa”, aseguró el intendente.
El auditorio del ITEC Alem se llenó de emoción cuando los vecinos, algunos de los cuales esperaron por más de 40 años, recibieron el documento que por primera vez los acredita como legítimos propietarios. Entre ellos se encontraban familias del barrio Sagrada Familia, donde ya conviven tres generaciones en un mismo terreno sin haber tenido nunca la seguridad de que este les pertenecía legalmente.
“Ahora podemos decir que somos dueños de nuestras casas. Esto es un verdadero crecimiento para nuestra comunidad”, expresó Sebely al cierre del evento.
Con este paso, la Municipalidad de Alem no solo cumple con una deuda histórica, sino que también sienta las bases para un desarrollo urbano más ordenado y justo, consolidando el derecho de las familias a vivir con dignidad y previsión a futuro.