Anualmente, desde el año 1974, se realiza un singular pesebre viviente en Cuña Pirú. Se trata de la tradicional “Velada Navideña”, un evento de profundo sentido religioso que se lleva a cabo con la participación de miembros de la comunidad, a los que se fueron sumando los de localidades vecinas.
Este evento se convirtió en un hecho especial, constituyéndose en un espacio de integración y centro de convergencia sociocultural dentro y fuera de escena, por los cientos de asistentes que desde distintos lugares llegan movidos por la fe.
Se trata de una tradición que se fue transmitiendo de generación en generación, ya que fueron los abuelos de los actuales participantes los que la iniciaron, muchos de los cuales ya no están entre nosotros, pero continúan en el recuerdo y en lo que dejaron como ejemplo. Actualmente constituye también un importante atractivo turístico dentro de la zona, por la multitud que convoca.
Al hablar de los comienzos, Mirta Jungblut, directora de la local FM Eco’s, contó que el guión de la “Velada Navideña” fue traído desde Alemania por el sacerdote José Engemann, con el fin de hacer participar a toda la comunidad en el nacimiento de Jesús. Al principio estaba redactado de forma completa en alemán, y se interpretaban en ese idioma los cantos y villancicos. De a poco se adaptó al español, manteniendo siempre intacta su estructura.
En sus comienzos se realizaba en el predio de la Iglesia Santa Cecilia, donde las familias pioneras armaban la escenografía con pocos recursos, pero con esfuerzo e ingenio y sobre todo con mucho amor. Una tarima en la ventana de la Iglesia servía de apoyo a los ángeles, desde allí el Arcángel Gabriel anunciaba a María que llegaría el Salvador del mundo.
Ovejas y cabritos de los campos de la zona acompañaban a los pastores. Una vaca y un buey completaban el marco de un portal cubierto de hojas de pindó o palmera y adornado con ramas de helechos, al que llegaban cansados José y María luego de una intensa búsqueda de albergue que hacían a caballo. En ese humilde portal nacía el niñito Jesús, que recibía el afecto de los pastores, ángeles y reyes magos, acompañado por los cánticos de un coro y de todo un pueblo que celebraba la Navidad en familia.
El cerro navideño
Luego de varios años este pesebre viviente fue trasladado a un escenario natural, ubicado frente a la Iglesia, hoy conocido como “el Cerro navideño”.
Jungblut sostuvo que siempre se dice que la fe mueve montañas, pero que, en ésta oportunidad, “debemos decir que un cerro mueve los corazones de las personas, quienes hacen que el lugar cobre vida al aproximarse la Navidad, permitiéndonos retroceder más de 2.000 años”.
Los primeros años de trabajo en el nuevo escenario no fueron fáciles porque hubo que adaptar el lugar: se construyó un portal de piedra y se acondicionaron los senderos. Año a año el evento se hacía más popular y recibía cada vez más visitantes, por lo que fue necesario mejorar la iluminación y el sonido.
Solamente en tres ocasiones no pudo llevarse a cabo a causa de las intensas lluvias.
Muchas son las anécdotas y vivencias de esa época y tantos los recuerdos que para siempre quedarán en la memoria de los que alguna vez participaron de la velada.
En el Cerro Navideño se combinan en forma armoniosa juegos de luces y sonido, que acompañan a los actores en un imponente marco de naturaleza, cobrando vida así el milagro de la Navidad.
La mayoría de los visitantes llegan hasta el Cerro motivados por una profunda fe, con la convicción que al asistir al pesebre viviente serán bendecidos y saldrán fortalecidos.
La magia del relato y la puesta en escena de los actores con atuendos de la época, al aire libre y en el marco de un escenario natural acorde, hacen que visitarlo y participar se convierta en una experiencia única.
Del alemán al castellano
Jungblut, que se encargó de la recopilación junto a su hijo Juan José Bernardi, confió que en los inicios prácticamente toda la gente de la zona hablaba en alemán, era el idioma tradicional. Lo habían aprendido en la escuela alemana donde su abuelo, Matías Jungblut, fue maestro. “Como comenzó a acercarse mucha gente, el sacerdote dijo, por ética, tenemos que hacerlo en castellano, entonces la obra fue traducida. En buena parte es cantada, por momentos con matices de ópera. Nos acostumbramos, lo mejoramos y la seguimos manteniendo”.
Desde el Municipio se valora y agradece el gran esfuerzo y trabajo comprometido con la tradición que realiza el grupo de la velada año tras año. También a todos los colaboradores (organización, limpieza, luz y sonido) que donan su valioso tiempo para que la comunidad pueda ser parte de un pesebre viviente tan emotivo y de sentir profundo.
A esas primeras representaciones asistía su papá, Edgar Alfredo Jungblut, tíos, allegados como las familias: Froelich, Krein, Jungblut y otros, muchos de los cuales ya no están físicamente. “Uno se da cuenta que es algo que trascendió en el tiempo. Eso es lo que emociona. No puedo evitar acordarme de todos ellos. Y así cada año, cuando alguien parte, lo recordamos con una oración en el cerro. Todo eso tiene que ver con la fe y lo que significa el pesebre en este lugar. Es un escenario de 200 metros donde transcurre todo. Y como siempre decimos, a nuestra manera, en este lugar, hacemos como una Nueva Belén”, comentó, emocionada.
Desde pequeña
La periodista y referente cultural del municipio, Mariela Mallmann, señaló que en el grupo “siempre decimos que, si uno no participa, no presencia, no vive, no actúa en el pesebre viviente, se siente un vacío; al día siguiente, siente esa sensación que algo faltó. Valoro el sentido de pertenencia que tiene la gente con la historia, con el nacimiento del Niñito Jesús, en esta fecha tan especial del año como lo es la Navidad. Es una vivencia muy profunda de fe y de esperanza que se renueva cada 24 de diciembre”.
Indicó que “vivimos y sentimos la Nochebuena y la llegada de la Navidad de una manera muy especial, con mucha fe, con mucha alegría, como que se cierra el año después de tantos meses de trabajo con esa sensación. Con llegar ahí, poder estar, participar, y después ya con esa bendición también recibir el año nuevo. Y eso se vive año tras año, entonces es un poco el sentimiento de todos”.
Nacida y criada en Cuña Pirú, que es una de las primeras colonias del municipio, contó que “como vivíamos en el fondo, era la actividad más linda del año cuando era chiquita. Al final de la velada también llega Papá Noel, entonces teníamos ese encanto de esperar el regalito bajo la premisa de portarse bien, de pasar de grado. Siendo un poco más grande empecé a participar como pastora, en el cuadro del pueblo que clama al Señor un salvador. Luego como ángel, y colaborando con el grupo”.
A su entender, lo más lindo ocurrió en 2018 cuando nació mi hija Samantha e hizo de Niñito Jesús. Así, de ser actores o participantes de la velada, “estábamos detrás de escena hasta que llegó el momento del nacimiento. Prácticamente todos los años son niñitos de verdad, muy pocas veces no hubo un bebé real, por eso se está convocando a quienes fueron protagonistas principales desde 1974”.
Mallmann siempre trata de colaborar, de estar cerca, de difundir, a fin que gente de otros puntos de Misiones y de otras provincias “puedan venir a vivir este pesebre que es único, porque es una vivencia. No se lo toma como una actuación, sino como una vivencia. Ese momento no se actúa, sino que se vive con el amor profundo, desde el corazón. Es volver un poco a lo más esencial de la humanidad, que son los valores, el amor, la familia y la fe”, aseveró.