Por: Heidi Carolina – Molina Duque (*)
La maestra adornó el salón de clases con globos y bellas flores. Sobre un mesón había galletas, refrescos, pasteles, ponqués… En fin, variedad de bocadillos para conmemorar tan hermoso día.
Los niños presentaron bailes, canciones, dramatizaciones e incluso recitaron poemas para homenajear a las madres.
Cuando ya estaba culminando la celebración, entró Alejandro al salón. A decir verdad, ¡Nadie lo esperaba!
El pequeño llevaba en sus manos una gran caja envuelta con papel de regalo. La colocó sobre una silla y les dijo a las madres que era un regalo para ellas. Lentamente, soltó el gran lazo blanco que la adornaba y prosiguió a abrir la caja, esta mostraba en su interior un gran espejo acompañado por un cartel escrito en letras rosas que anunciaba lo siguiente: “Cada mes frente al espejo, hazte tu autoexamen de mama, así podrás salvar tu vida y continuar al lado de tus hijos”.
Lágrimas corrieron sobre las mejillas de aquellas mujeres, sabiendo perfectamente, que la madre de Alejandro no pudo ganar la batalla contra el cáncer.
Se levantaron, lo abrazaron y se conmovieron al oír sus palabras: – “Si tan solo mi madre se hubiese realizado el autoexamen, quizás todo sería diferente”. Si tan solo…
(*) Ganadora en la Categoría Cuento del “Certámen La Letra Rosa”. Es oriunda de la ciudad de La Grita, Estado de Táchira, Venezuela.