En los últimos días los argentinos han asistido mediáticamente a una disputa entre los senadores nacionales, en torno a los salarios que iban a percibir desde enero del nuevo año. Estaba el sector que no pretendía dar de baja la “paritaria” para llegar a $9,5 millones mensuales; y los que impulsaron un gesto para congelar esa suba. Finalmente, después de idas y vueltas, se impuso el segundo grupo integrado por oficialistas y opositores.
Luego de esa medida, dictada por la titular de la Cámara alta y vicepresidente de la Nación, Victoria Villarruel, la funcionaria se puso a responder en redes sociales las críticas, alegando que es la que menos cobra de Ejecutivo y Legislativo nacionales.
Según los datos que trascendieron en medios nacionales, su dieta supera los 3 millones de pesos mensuales.
En verdad, que los funcionarios nacionales de todos los partidos políticos con representación institucional en el país se estén disputando subas millonarias, es no solo desubicado para los tiempos de crisis que corren, también porque hay miles de personas a los que el propio Estado determinó subas de un dígito, donde siguen muy lejos de los seis ceros que aparecen en los recibos de haberes de legisladores, ministros, presidente y vice de la Nación.
Pensar solo en que el salario mínimo a enero es de $286.711 mensuales; mientras que en marzo llegará a $296.832 para los trabajadores mensualizados.
Los millones de jubilados de ANSeS, percibirán por enero $265.907, ya que les subieron apenas 2,4% antes de finalizar 2024.
Entre tanta miseria, hablar de salarios millonarios “insuficientes” es una verdadera cachetada a la sociedad, de dirigentes que denotan una enorme falta de realidad y noción de la vida de la gran mayoría de los argentinos que, aun con inflación baja, no llega a fin de cada mes con los ingresos.