Diez años de esfuerzo, vaivenes en los apoyos gubernamentales, colaboración internacional y un profundo compromiso con la ciencia dieron sus frutos: por primera vez, el ADN de la yerba mate fue descifrado, en lo que podría ser el avance científico más importante del sector agrícola argentino de los últimos años.
El líder la investigación fue Federico Agustín Vignale, un argentino de 31 años, egresado de la UBA, que actualmente es parte del prestigioso Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) de Hamburgo, Alemania; ciudad donde vive.
“El proyecto consistió justamente en secuenciar (leer) el genoma (ADN) de la yerba mate”, arrancó explicando en una entrevista con 89.3 FM Santa María de las Misiones y Canal 9 Norte Misionero.
Según el científico, este avance permitirá comprender cómo la planta produce los compuestos beneficiosos que la caracterizan. “La infusión de la yerba mate tiene muchos antioxidantes, incluso mucho más que el té. Tiene xantinas, como la cafeína, que son estimulantes del sistema nervioso central. Tiene saponinas, que le otorgan a la infusión propiedades anticolesterolémicas y antidiabéticas. La razón por la cual nosotros decidimos estudiar el ADN de la yerba es porque ese ADN nos puede dar información sobre cómo es que la planta produce todos estos compuestos”, detalló.
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Uno de los hallazgos más destacados de esta investigación fue descubrir que la planta produce cafeína de manera diferente a otras especies como el té y el café. “Algo que mucha gente no sabe es que el dicho popular decía que la infusión de la yerba mate tenía ‘mateína’. Pero la mateína en realidad como molécula científica no existe. La yerba mate tiene cafeína, así como la tiene la planta del té y la planta del café. Las tres infusiones tienen cafeína, es la misma molécula. Lo que vimos es que la planta de yerba mate lo produce a esta molécula completamente distinto a como lo produce el té o el café”, afirmó.
Este descubrimiento podría tener importantes implicancias para los consumidores sensibles a la cafeína. “A mucha gente, cuando toma mate, le genera acidez. Eso se debe justamente a los altos niveles de cafeína, sobre todo cuando uno toma mate en ayunas. Otra cosa es que a los niños no está recomendado tomar mate porque son más sensibles a la cafeína, les genera nerviosismo, irritabilidad e insomnio”, señaló Viñale.
Este estudio podría permitir a futuro producir una variedad de yerba mate sin cafeína, “de manera que el productor pueda poner a la venta un producto que es apto para todo público”, principalmente para aquellos que sufren acidez.
El proyecto, iniciado en 2013 bajo una propuesta del Ministerio de Educación de la Nación, fue llevado adelante por un equipo interdisciplinario que incluyó a científicos de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Misiones y la Universidad de Corrientes. Sin embargo, las fluctuaciones en el apoyo a la ciencia en Argentina llevaron a buscar colaboraciones internacionales. “Comenzamos a colaborar con grupos de Brasil, Estados Unidos –de las universidades de Western Michigan, Illinois y California–, y también de Europa”, detalló.
A pesar de lo reciente del anuncio, Viñale se mostró optimista sobre las posibles aplicaciones. “Todavía la publicación científica va a ser liberada esta semana. Creo que este año vamos a recibir bastantes comunicaciones, porque va a ser algo que en el futuro se desarrollará”, dijo. También advirtió que estos avances requieren tiempo y regulaciones apropiadas: “Modificar genéticamente una planta no es algo que se hace de un día para el otro. Luego seguramente el Instituto Nacional de la Yerba Mate tendrá que regularlo (INYM)”.
“El mate es algo único, representa a la Argentina en su totalidad, está básicamente en nuestro ADN. Como científico, uno quiere hacer algo que el día de mañana tenga un impacto, que cambie y que ayude a la sociedad”, concluyó.