Todos tenemos una persona, que cuando estamos nerviosos, no reacciona a la primera, intenta ser paciente, y por alguna razón, es con esa persona con quien peor reaccionamos, él o ella, es nuestro “hilo más fino”.
Hay días en que tenemos menos energías, vemos todo más oscuro y difícil, nuestra paciencia se agota enseguida, sin embargo, destinamos la “cuota de reserva” para tratar bien a todas las personas de afuera, pero no a nuestro “hilo más fino”.
Curiosamente, nuestro “hilo más fino”, suele ser la persona que más amamos, la que significa todo para nosotros, entonces, ¿por qué la tratamos con impaciencia?
A veces pensamos que esos lazos que nos unen no se romperán jamás y podemos someterlos a pruebas más duras, como esa impaciencia repetida, o tonos de voz que podrían haber sido más suaves o más dulces; pero esto, es un grave error.
Los lazos, si bien pueden ser eternos, se nutren día a día, se fortalecen o se debilitan según la gotita de agua que le demos en cada pequeño gesto.
Las personas que son importantes para nosotros, las que amamos con toda el alma, deberían ser los primeros destinatarios de nuestra “cuota de reserva”, para ser usado cuando las energías nos abandonen y la impaciencia comience a llenar nuestros sentimientos.
Las palabras, el tono de voz, las miradas, el tiempo que destinamos, todo eso construye o no las relaciones y generalmente, cuando tenemos pocas energías, nuestro “hilo más fino” recibe poco o nada.
¿Qué palabras empleamos cuando estamos cansados y nos comunicamos con ellos? ¿Cómo son nuestras miradas cuando ya no tenemos muchas energías? ¿A quién damos nuestro tiempo más valioso?
Nuestras personas más queridas, deberían tener diariamente una cuota de comunicación efectiva, miradas que reflejen comprensión, empatía, y tiempo de calidad; porque ellos son los que hacen que nuestra vida cobre sentido.
La clave es no perder el foco en lo importante, y esto es las relaciones que construimos con nuestros afectos más cercanos.
Valorar la paciencia que nos tienen y su acompañamiento con gestos de empatía y paciencia cuando sentimos que ya no la tenemos.
Ellos son lo que dan sentido a todo lo que hacemos, ellos, nuestro hilo más fino, son también nuestro hilo más fuerte, nos sostienen cuando las tormentas sacuden y nos demuestran que, aunque las cosas a veces puedan parecer difíciles, todo pasa y el amor de ellos llena de luz nuestro mundo.