Es una de las oraciones que nos ha dejado, San Arnoldo Janssen, cuyo aniversario de nacimiento celebramos el 15 de enero. Además de ser un gran misionero fundó tres congregaciones misioneras: Misioneros del Verbo Divino, Misioneras Siervas del Espíritu Santo y Misioneras Siervas del Espíritu Santo de la Perpetua Adoración. En el marco de esta celebración, les invito a fortalecernos como personas y comunidades, reflexionando y aprendiendo sobre la espiritualidad que nos transmite San Arnoldo.
La espiritualidad que nos transmite este Santo misionero es de gran inspiración para una sociedad que vive en medio de grandes turbulencias a causa de la crisis económica y tantas situaciones de violencia que persisten en nuestro mundo actual. Él nos invita a poner en manos de Dios las adversidades de la vida, para poder conservar la serenidad y la paz interior.
Para mantener viva la comunión con Dios en la fe, San Arnoldo nos impulsa a vivir una profunda vida de oración la que será el motor de todo trabajo. Hizo propia la regla de oro de los padres espirituales que nos recomiendan: “ora et labora”- “orar y trabajar”. Nos instiga a entrar en contacto con la propia esencia a través de un momento de silencio y reflexión.
Los momentos de oración personal son la fuerza interior que nos impulsa a la acción. En cada tarea que realizamos como seres humanos, vamos entregando nuestro espíritu y nuestro ser. En medio de un estilo de vida activa, acechada por tantos ruidos externos de los noticieros, publicidades, medios electrónicos y digitales, exigencias laborales, obligaciones sociales, etc. descuidamos muchas veces nuestra interioridad. San Arnoldo nos propone conectarnos con nuestro interior para poder dar lo mejor de nosotros mismos a la vida.
El corazón de Jesús es un corazón enraizado en su relación íntima con el Padre y en su abrazo amoroso a la humanidad. San Arnoldo nos invita a ensanchar el corazón con el amor de Dios desde la gratitud a Él y a las personas. Un corazón agradecido nos permite ver la vida con optimismo y esperanza, especialmente frente a las adversidades.
Para Arnoldo la Eucaristía y la Sagrada Escritura infundieron renovada vitalidad a sus actitudes de adoración y gratitud. Él nos anima a vivir cada momento con la confianza puesta en nuestro Dios que nos ama y nunca nos abandona.
La Trinidad constituyó el real fundamento de toda la espiritualidad de Arnoldo Janssen, porque este Verbo Divino dicho por el Padre desde la eternidad, nos fue pronunciado en el tiempo a nosotros, los seres humanos. También la vida del San Arnoldo Janssen llegó a ser una Palabra, una palabra de respuesta a tan generoso ofrecimiento de Amor.
Si Él me amó por entero, solía decir, la única adecuada respuesta que puedo dar, es amarlo totalmente. Él también tenía una extraordinaria devoción por el Espíritu Santo. Comprendió que el poder y la exigencia de la Palabra de Dios deviene en la potencia del Espíritu.
El Espíritu Santo que obró la Encarnación del Verbo Divino, sigue animándonos en nuestra vida cotidiana. Nos alienta a vivir una gran disponibilidad frente a la voluntad de Dios, haciendo que cada trabajo sea un servicio amoroso a mis hermanos. Nuestro trabajo es motivo de inspiración y fortaleza para los demás, especialmente en este tiempo de crisis social que estamos atravesando. Nos invita a una profunda armonía de vida que nos acercan a la felicidad y realización personal.
Que el ejemplo de fe de este Santo y la entrega a la acción y al servicio, nos anime a vivir con confianza la misión que Dios nos ha encomendado a cada uno. Con alegría sigamos sirviendo a Dios y a nuestros seres queridos.